'Tú' en la Biblia
Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la ley de tu madre;
porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.
echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una sola bolsa.
Hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas;
de manera que inclines tu oído a la sabiduría, y apliques tu corazón a la prudencia;
Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia alzares tu voz;
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y el conocimiento fuere dulce a tu alma,
Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;
Misericordia y verdad no se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón;
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no estribes en tu propia prudencia.
No seas sabio en tu propia opinión: Teme a Jehová, y apártate del mal;
Porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos.
Honra a Jehová con tu sustancia, y con las primicias de todos tus frutos;
Y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello.
Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.
Cuando te acuestes, no tendrás temor; sino que te acostarás, y será dulce tu sueño.
Porque Jehová será tu confianza, y Él preservará tu pie de ser preso.
No digas a tu prójimo: Ve, y vuelve, y mañana te daré; cuando tienes contigo qué darle.
No intentes mal contra tu prójimo, estando él confiado de ti.
Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis palabras, guarda mis mandamientos, y vivirás.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y con toda tu posesión adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.
Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará.
Retén la instrucción, no la dejes; guárdala, porque ella es tu vida.
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
No te apartes a derecha, ni a izquierda; aparta tu pie del mal.
Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído;
Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel;
para que los extraños no se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;
y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
Bebe el agua de tu cisterna, y los raudales de tu propio pozo.
Sea bendito tu manantial; y alégrate con la esposa de tu juventud.
Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si estrechaste tu mano por el extraño,
enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las razones de tu boca.
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre:
Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello.
No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;
Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón.
Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y a la inteligencia llama parienta;
por tanto, he salido a encontrarte, buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
No se aparte tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas.
Si fueres sabio, para ti lo serás; mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza, y no dejes que tu alma se detenga por causa de su llanto.
El hombre de grande ira llevará el castigo; y si tú lo libras, tendrás que volverlo a hacer.
Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez.
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría:
Para que tu confianza sea en Jehová, te las he hecho saber hoy a ti también.
no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.
Si no tienes para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.
Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría.
Tú lo castigarás con vara, y librarás su alma del infierno.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón;
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo:
Porque ciertamente hay porvenir, y tu esperanza no será cortada.
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino.
Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te engendró.
Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
Tus ojos mirarán a la mujer extraña, y tu corazón hablará perversidades.
Si flaqueares en el día de adversidad, tu fuerza será reducida.
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones, el que mira por tu alma? ¿No dará Él a cada hombre según sus obras?
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal que es dulce a tu paladar:
Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; si la hallares tendrá recompensa, y al fin tu esperanza no será cortada.
Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes; y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;
Prepara tus labores fuera, y disponlas en tu campo; y después edificarás tu casa.
No seas sin causa testigo contra tu prójimo; y no lisonjees con tus labios.
Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado.
No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.
Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro.
No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que se harte de ti y te aborrezca.
No respondas al necio conforme a su necedad, para que no seas tú también como él.
Que te alaben otros, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios.
No abandones a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños:
Y habrá suficiente leche de las cabras para tu mantenimiento, y para el mantenimiento de tu casa, y para el sustento de tus criadas.
Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará deleite a tu alma.
Si neciamente te has enaltecido; y si mal pensaste, pon la mano sobre tu boca.
No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que es para destruir a los reyes.
Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los que están destinados a la muerte.
Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende el derecho del pobre y del menesteroso.
Muchas mujeres han sido virtuosas; pero tú las sobrepasas a todas.
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