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'Los' en la Biblia

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Judá juntamente: y todos los que los tomaron cautivos, se los retuvieron; no los quisieron soltar.

El redentor de ellos es el Fuerte; Jehová de los ejércitos es su nombre: de cierto abogará la causa de ellos, para hacer quietar la tierra, y turbar los moradores de Babilonia.

Cuchillo sobre los Caldeos, dice Jehová, y sobre los moradores de Babilonia, y sobre sus príncipes, y sobre sus sabios.

Cuchillo sobre los adivinos, y se atontarán; cuchillo sobre sus valientes, y serán quebrantados.

He aquí viene un pueblo del aquilón; y una nación grande, y muchos reyes se levantarán de los lados de la tierra.

Por tanto, oid el consejo de Jehová, que ha acordado sobre Babilonia, y sus pensamientos que ha formado sobre la tierra de los Caldeos: Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.

Y caerán muertos en la tierra de los Caldeos, y alanceados en sus calles.

Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fué llena de pecado contra el Santo de Israel.

Limpiad las saetas, embrazad los escudos: despertado ha Jehová el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová, venganza de su templo.

Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho sobre los moradores de Babilonia.

Jehová de los ejércitos juró por su vida, diciendo: Yo te llenaré de hombres como de langostas, y levantarán contra ti gritería.

El es el que hizo la tierra con su fortaleza, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con inteligencia;

No es como ellos la parte de Jacob: porque él es el Formador de todo; é Israel es la vara de su heredad: Jehová de los ejércitos es su nombre.

Y por tu medio quebrantaré caballos y sus cabalgadores, y por medio de ti quebrantaré carros y los que en ellos suben;

Y pagaré á Babilonia y á todos los moradores de Caldea, todo el mal de ellos que hicieron en Sión delante de vuestros ojos, dice Jehová.

Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, apercibid gentes contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Minni, y de Aschênaz; señalad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas.

Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, estuviéronse en sus fuertes: faltóles su fortaleza, tornáronse como mujeres: encendiéronse sus casas, quebráronse sus cerrojos.

Y los vados fueron tomados, y los carrizos fueron quemados á fuego, y consternáronse los hombres de guerra.

Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: La hija de Babilonia es como parva; tiempo es ya de trillarla: de aquí á poco le vendrá el tiempo de la siega.

Sobre Babilonia la violencia contra mí y mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalem.

Y los cielos y la tierra, y todo lo que está en ellos, darán alabanzas sobre Babilonia: porque del aquilón vendrán sobre ella destruidores, dice Jehová.

Los que escapasteis del cuchillo, andad, no os detengais; acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de Jerusalem.

Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta: confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehová.

Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que yo visitaré sus esculturas, y en toda su tierra gemirán los heridos.

Sonido de grito de Babilonia, y quebrantamiento grande de la tierra de los Caldeos!

Y embriagaré sus príncipes y sus sabios, sus capitanes y sus nobles y sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas á fuego; y en vano trabajarán pueblos y gentes en el fuego, y se cansarán.

E hizo lo malo en los ojos de Jehová, conforme á todo lo que hizo Joacim.

Aconteció por tanto á los nueve años de su reinado, en el mes décimo, á los diez días del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalem, y contra ella asentaron campo, y de todas partes edificaron contra ella baluar

En el mes cuarto, á los nueve del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo de la tierra.

Y fué entrada la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y saliéronse de la ciudad de noche por el camino de postigo de entre los dos muros, que había cerca del jardín del rey, y fuéronse por el camino del desierto, estando aún los Caldeos junto á

Y el ejército de los Caldeos siguió al rey, y alcanzaron á Sedechîas en los llanos de Jericó; y esparcióse de él todo su ejército.

Y degolló el rey de Babilonia á los hijos de Sedechîas delante de sus ojos, y también degolló á todos los príncipes de Judá en Ribla.

A Sedechîas empero sacó los ojos, y le aprisionó con grillos, é hízolo el rey de Babilonia llevar á Babilonia; y púsolo en la casa de la cárcel hasta el día en que murió.

Y en el mes quinto, á los diez del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino á Jerusalem Nabuzaradán, capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia.

Y todo el ejército de los Caldeos, que venía con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros de Jerusalem en derredor.

E hizo trasportar Nabuzaradán, capitán de la guardia, los pobres del pueblo, y toda la otra gente vulgar que en la ciudad habían quedado, y los fugitivos que se habían huído al rey de Babilonia, y todo el resto de la multitud vulgar.

Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para viñadores y labradores.

Y los Caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el metal á Babilonia.

Lleváronse también los calderos, y los badiles, y los salterios, y las bacías, y los cazos, y todos los vasos de metal con que se servían.

Y de la ciudad tomó un eunuco que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los continuos del rey, que se hallaron en al ciudad; y al principal secretario de la milicia, que revistaba el pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta homb

Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamath. Así fué Judá trasportado de su tierra.

El año veintitrés de Nabucodonosor, trasportó Nabuzaradán capitán de la guardia, setecientas cuarenta y cinco personas de los Judíos: todas las personas fueron cuatro mil seiscientas.

Y acaeció que en el año treinta y siete de la cautividad de Joachîn rey de Judá, en el mes duodécimo, á los veinticinco del mes, Evil-merodach, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joachîn rey de Judá y sacólo de la casa de

Y habló con él amigablemente, é hizo poner su silla sobre las sillas de los reyes que estaban con él en Babilonia.

Hízole mudar también los vestidos de su prisión, y comía pan delante de él siempre todos los días de su vida.

Y continuamente se le daba ración por el rey de Babilonia, cada cosa en su día por todos los de su vida, hasta el día de su muerte.

Jerusalem, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, Y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos: Miráronla los enemigos, y escarnecieron de sus

Pecado cometió Jerusalem; por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; Y ella suspira, y se vuelve atrás.

Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario, Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios: Dieron grita en la casa de Jehová como en día de fiesta.

Sentáronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; Echaron polvo sobre sus cabezas, ciñéronse de saco; Las vírgenes de Jerusalem bajaron sus cabezas a tierra.

Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti; Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

Todos tus enemigos abrieron sobre ti su boca, Silbaron, y rechinaron los dientes; dijeron: Devoremos: Cierto éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado, vímoslo.

Mira, oh Jehová, y considera á quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

Has llamado, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo: Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó

Asentóme en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo.

Porque no aflige ni congoja de su corazón á los hijos de los hombres.

Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,

Raedura y abominación nos tornaste en medio de los pueblos.

Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ­Cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los monstruos marinos sacan la teta, dan de mamar a sus chiquitos: La hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto.

La lengua del niño de teta, de sed se pegó á su paladar: Los chiquitos pidieron pan, y no hubo quien se lo partiese.

Sus Nazareos fueron blancos más que la nieve, más lustrosos que la leche. Su compostura más rubicunda que los rubíes, más bellos que el zafiro:

Oscura más que la negrura es la forma de ellos; no los conocen por las calles: Su piel está pegada á sus huesos, seca como un palo.

Más dichosos fueron los muertos á cuchillo que los muertos del hambre; Porque éstos murieron poco á poco por falta de los frutos de la tierra.

Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalem.

La ira de Jehová los apartó, no los mirará más: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.

Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada.

Y FUÉ que á los treinta años, en el mes cuarto, á cinco del mes, estando yo en medio de los trasportados junto al río de Chebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.

A los cinco del mes, que fué en el quinto año de la transmigración del rey Joachîn,

Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como la planta de pie de becerro; y centelleaban á manera de bronce muy bruñido.

Y debajo de sus alas, á sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados.

Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de león á la parte derecha en los cuatro; y á la izquierda rostro de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro rostro de águila.

Cuanto á la semejanza de los animales, su parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones encendidos: discurría entre los animales; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.

Y los animales corrían y tornaban á semejanza de relámpagos.

Y estando yo mirando los animales, he aquí una rueda en la tierra junto á los animales, á sus cuatro caras.

Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto á ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

Hacia donde el espíritu era que anduviesen, andaban; hacia donde era el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas.

Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas.

Y díjome: Hijo del hombre, yo te envío á los hijos de Israel, á gentes rebeldes que se rebelaron contra mí: ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.

He aquí he hecho yo tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra su frente.

Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque es casa rebelde.

Y ve, y entra á los trasportados, á los hijos de tu pueblo, y les hablarás y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová; escuchen, ó dejen de escuchar.

Oí también el sonido de las alas de los animales que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de grande estruendo.

Y vine á los trasportados en Telabib, que moraban junto al río de Chebar, y asenté donde ellos estaban asentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.

Y aconteció que al cabo de los siete días fué á mí palabra de Jehová, diciendo:

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