'Las' en la Biblia
y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,
Aún estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte la noticia.
y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, y azotó las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los jóvenes, y murieron; solamente escapé yo para traerte la noticia.
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vea los párpados de la mañana:
Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.
¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y para qué los pechos para que mamase?
Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero, ¿quién podrá detener las palabras?
He aquí, tú enseñabas a muchos, y las manos débiles corroborabas;
al que tropezaba, enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían.
Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción.
Que da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre los campos:
De día tropiezan con las tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche.
De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las fieras del campo:
Pues aun con las piedras del campo tendrás alianza, y las fieras del campo tendrán paz contigo.
Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten.
Las cosas que mi alma no quería tocar, son ahora mi triste alimento.
Y sería aún mi consuelo, si me asaltase con dolor sin dar más tregua, que yo no he escondido las palabras del Santo.
¿Es mi fuerza la de las piedras, o es mi carne de bronce?
¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Pero, ¿qué reprende vuestra censura?
¿Pensáis censurar las palabras, y los discursos de un desesperado, que son como el viento?
¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir las cosas depravadas?
y lo visites todas las mañanas, y a cada momento lo pruebes?
¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, y las palabras de tu boca serán como un viento impetuoso?
Él remueve las montañas con su furor, y ellas no saben quién las trastornó.
Él manda al sol, y no sale; y pone sello a las estrellas:
Él solo extiende los cielos, y anda sobre las olas del mar:
Él hizo la Osa Mayor, el Orión y las Pléyades; y los lugares secretos del sur.
¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?
y que te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
Prosperan las tiendas de los ladrones, y los que provocan a Dios viven seguros; en cuyas manos Él ha puesto cuanto tienen.
Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;
¿No distingue el oído las palabras, y el paladar prueba la comida?
He aquí, Él detiene las aguas, y todo se seca; Las envía, y destruyen la tierra.
Él suelta las ataduras de los reyes, y les ata un cinto a sus lomos.
Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte.
Él multiplica las naciones, y Él las destruye: Él esparce a las naciones, y las vuelve a reunir.
Pones además mis pies en el cepo, y vigilas todos mis caminos, imprimes marcas en las plantas de mis pies.
Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca.
Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar;
Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.
¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?
Él no creerá que ha de volver de las tinieblas, y descubierto está para la espada.
Él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos:
Y habitó las ciudades asoladas, las casas inhabitadas, que estaban puestas en ruinas.
No escapará de las tinieblas; la llama secará sus ramas, y con el aliento de su boca perecerá.
Porque la congregación de los hipócritas será asolada, y fuego consumirá las tiendas de soborno.
¿Tendrán fin las palabras vanas? O ¿qué te anima a responder?
Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo estremecer.
Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas.
Pusieron la noche por día, y la luz se acorta delante de las tinieblas.
¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.
Oh tú, que te despedazas con tu furor, ¿Será abandonada la tierra por tu causa, y serán traspasadas de su lugar las peñas?
Su memoria perecerá de la tierra, y no tendrá nombre por las calles.
De la luz será lanzado a las tinieblas, y echado fuera del mundo.
Ciertamente tales son las moradas del impío, Y éste será el lugar del que no conoció a Dios.
Aunque subiere su altivez hasta el cielo, y su cabeza tocare en las nubes,
Devoró riquezas, mas las vomitará; de su vientre las sacará Dios.
Huirá de las armas de hierro, pero el arco de acero le atravesará.
Todas las tinieblas estarán guardadas en sus lugares secretos; fuego no atizado lo devorará, y consumirá al que quede en su tienda.
He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra mí forjáis.
Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, y qué de la tienda de las moradas de los impíos?
A las viudas enviaste vacías, y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.
¿No está Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.
Las densas nubes le cubren, y no ve; y por el circuito del cielo se pasea.
Yo sabría las palabras que Él me respondiera, y entendería lo que Él me dijera.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida.
¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, ni cubrió con oscuridad mi rostro?
Con las avenidas de los montes se mojan, y abrazan las peñas por falta de abrigo.
Al desnudo hacen andar sin ropa, y al hambriento quitan las gavillas.
De la ciudad gimen los hombres, y claman las almas de los heridos de muerte; mas Dios no puso estorbo.
En las tinieblas minan las casas, que de día para sí señalaron; no conocen la luz.
Son ligeros como la superficie de las aguas; su porción es maldita en la tierra; no andarán por el camino de las viñas.
La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve; y el sepulcro a los pecadores.
He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.
Cosas inanimadas son formadas debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.
Ata las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen debajo de ellas.
Él cercó con término la superficie de las aguas, hasta el fin de la luz y las tinieblas.
Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión.
A las tinieblas puso término, y examina todo a la perfección, las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte.
No se hará mención de coral ni de perlas: La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.
Al dar peso al viento, y poner las aguas por medida;
Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.
Eran arrojados de entre las gentes, les gritaban como tras el ladrón.
Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las rocas.
Bramaban entre las matas, y se reunían debajo de los espinos.
Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta?
En lugar de trigo me nazcan abrojos, y espinas en lugar de cebada. Terminan las palabras de Job.
Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta la comida.
Por tanto Él hará notorias las obras de ellos, cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.
Porque a su pecado añadió rebelión; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.
Mira a los cielos, y ve, y considera que las nubes son más altas que tú.
A causa de la multitud de las violencias clamarán, y se lamentarán por el poderío de los grandes.
que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace sabios más que las aves del cielo?
¿Hará Él estima de tus riquezas, o del oro, o de todas las fuerzas del poder?
Él reduce las gotas de las aguas, al derramarse la lluvia según el vapor;
Las cuales destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres.
¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, o el sonido estrepitoso de su tabernáculo?