'Me' en la Biblia
- 1.Gé 3:12-Gé 45:9
- 2.Gé 47:29-Deuteronomio 3:26
- 3.Deuteronomio 4:5-1 Samuel 3:5
- 4.1 Samuel 3:6-2 Samuel 19:13
- 5.2 Samuel 19:19-2 Reyes 22:10
- 6.2 Reyes 22:17-Job 19:18
- 7.Job 19:19-Salmos 27:9
- 8.Salmos 27:10-Salmos 102:4
- 9.Salmos 102:8-Proverbios 20:22
- 10.Proverbios 23:15-Jeremías 2:27
- 11.Jeremías 3:19-Lamentaciones 3:52
- 12.Ezequiel 2:2-Habacuc 3:18
- 13.Habacuc 3:19-Lucas 8:45
- 14.Lucas 8:46-Juan 13:20
- 15.Juan 13:21-Hechos 26:2
- 16.Hechos 26:3-Filipenses 4:15
- 17.Filipenses 4:16-Apocalipsis 22:10
Por cuanto me dejaron á mí, y quemaron perfumes á dioses ajenos, provocándome á ira en toda obra de sus manos; y mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.
E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: Oh si me dieras bendición, y ensancharas mi término, y si tu mano fuera conmigo, y me libraras de mal, que no me dañe! E hizo Dios que le viniese lo que pidió.
David deseó entonces, y dijo: Quién me diera á beber de las aguas del pozo de Beth-lehem, que está á la puerta!
Ve y di á David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite:
En todo cuanto anduve con todo Israel ¿hablé una palabra á alguno de los jueces de Israel, á los cuales mandé que apacentasen mi pueblo, para decirles: Por qué no me edificáis una casa de cedro?
El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternalmente.
Yo le seré por padre, y él me será por hijo: y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fué antes de ti;
Y entró el rey David, y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, que me has traído hasta este lugar?
Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para más lejos, y me has mirado como á un hombre excelente, oh Jehová Dios.
Y dijo: Si los Siros fueren más fuertes que yo, tú me salvarás; y si los Ammonitas fueren más fuertes que tú, yo te salvaré.
Entonces el rey David dijo á Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio: porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.
El edificará casa á mi nombre, y él me será á mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre.
Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa á mi nombre: porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.
Empero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel: porque á Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre agradóse de mí para pon
Y de todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos,) eligió á mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.
Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios: porque á éste me he escogido por hijo, y yo le seré á él por padre.
Todas estas cosas, dijo David, se me han representado por la mano de Jehová que me hizo entender todas las obras del diseño.
Y Salomón dijo á Dios: Tú has hecho con David mi padre grande misericordia, y á mí me has puesto por rey en lugar suyo.
Confírmese pues ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada á David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo en muchedumbre como el polvo de la tierra.
Para que me apresten mucha madera, porque la casa que tengo de edificar ha de ser grande y portentosa.
Mas yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto: y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú sobrepujas la fama que yo había oído.
Y díjoles: ¿Qué aconsejáis vosotros que respondamos á este pueblo, que me ha hablado, diciendo: Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
Entonces vino Semeías profeta á Roboam y á los príncipes de Judá, que estaban reunidos en Jerusalem por causa de Sisac, y díjoles: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac.
Y el rey de Israel respondió á Josaphat: Aun hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar á Jehová: mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Michêas, hijo de Imla. Y respondió Josaphat: No hable así el rey.
Y dijo Michêas: Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey.
Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino la verdad?
Y el rey de Israel dijo á Josaphat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal?
Y dijo el rey de Israel á Josaphat: Yo me disfrazaré para entrar en la batalla: mas tú vístete tus vestidos. Y disfrazóse el rey de Israel, y entró en la batalla.
Porque sacrificó á los dioses de Damasco que le habían herido, y dijo: Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también sacrificaré á ellos para que me ayuden; bien que fueron éstos su ruina, y la de todo Israel.
A más de esto, declaró Saphán escriba al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dió un libro. Y leyó Saphán en él delante del rey.
Por cuanto me han dejado, y han sacrificado á dioses ajenos, provocándome á ira en todas las obras de sus manos; por tanto mi furor destilará sobre este lugar, y no se apagará.
Y él le envió embajadores, diciendo: ¿Qué tenemos yo y tú, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra: y Dios dijo que me apresurase. Déjate de meterte con Dios, que es conmigo, no te destruya.
Así dice Ciro rey de los Persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique casa en Jerusalem, que es en Judá. ¿Quién de vosotros hay de todo su pueblo? Jehová su Dios sea con él, y suba.
Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem, que está en Judá.
Y dije al rey: Si al rey place, y si agrada tu siervo delante de ti, que me envíes á Judá, á la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.
Entonces el rey me dijo, (y la reina estaba sentada junto á él): ¿Hasta cuándo será tu viaje, y cuándo volverás? Y plugo al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo.
Además dije al rey: Si al rey place, dénseme cartas para los gobernadores de la otra parte del río, que me franqueen el paso hasta que llegue á Judá;
Y carta para Asaph, guarda del bosque del rey, á fin que me dé madera para enmaderar los portales del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa donde entraré. Y otorgóme lo el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí.
Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios era buena sobre mí, y asimismo las palabras del rey, que me había dicho. Y dijeron: Levantémonos, y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.
Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestro vestido: cada uno se desnudaba solamente para lavarse.
También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador.
Vine luego en secreto á casa de Semaías hijo de Delaías, hijo de Mehetabeel, porque él estaba encerrado; el cual me dijo: Juntémonos en la casa de Dios dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrá
Mas todo esto nada me sirve cada vez que veo al judío Mardochêo sentado á la puerta del rey.
¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué las tetas que mamase?
Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y hame acontecido lo que temía.
No he tenido paz, no me aseguré, ni me estuve reposado; Vínome no obstante turbación.
El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.
Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten.
Quién me diera que viniese mi petición, Y que Dios me otorgase lo que espero;
Y que pluguiera á Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y me deshiciera!
Y sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.
¿No me ayudo cuanto puedo, Y el poder me falta del todo?
Así poseo yo meses de vanidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta.
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba.
Los ojos de los que me ven, no me verán más: Tus ojos sobre mí, y dejaré de ser.
¿Soy yo la mar, ó ballena, Que me pongas guarda?
Cuando digo: Mi cama me consolará, Mi cama atenuará mis quejas;
Entonces me quebrantarás con sueños, Y me turbarás con visiones.
¿Hasta cuándo no me dejarás, Ni me soltarás hasta que trague mi saliva?
Pequé, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario á ti, Y que á mí mismo sea pesado?
¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no seré.
Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.
Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.
No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.
Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, ¿quién me emplazará?
Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.
Contúrbanme todos mis trabajos; Sé que no me darás por libre.
Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,
Aun me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán.
Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.
Diré á Dios: no me condenes; Hazme entender por qué pleiteas conmigo.
Tus manos me formaron y me compusieron Todo en contorno: ¿y así me deshaces?
Acuérdate ahora que como á lodo me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?
¿No me fundiste como leche, Y como un queso me cuajaste?
Vida y misericordia me concediste, Y tu visitación guardó mi espíritu.
Si pequé, tú me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad.
Y subirá de punto, pues me cazas como á león, Y tornas á hacer en mí maravillas.
¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo espirado, y no me vieran ojos.
¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.
He aquí, aunque me matare, en él esperaré; Empero defenderé delante de él mis caminos.
Y él mismo me será salud, Porque no entrará en su presencia el hipócrita.
He aquí ahora, si yo me apercibiere á juicio, Sé que seré justificado.
A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconderé de tu rostro:
Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.
¿Por qué escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo?
¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?
Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua á mi pecado.
Empero ahora me ha fatigado: Has tú asolado toda mi compañía.
Tú me has arrugado; testigo es mi flacura, Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.
Su furor me destrizó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.
Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los impíos me hizo estremecer.
MI ALIENTO está corrompido, acórtanse mis días, Y me está aparejado el sepulcro.
El me ha puesto por parábola de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril.
¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, Y me moleréis con palabras?
Ya me habéis vituperado diez veces: ¿No os avergonzáis de descomediros delante de mí?
Sabed ahora que Dios me ha trastornado, Y traído en derredor su red sobre mí.
Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fuí yo en sus ojos.
Aun los muchachos me menospreciaron: En levantándome, hablaban contra mí.
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