'Su' en la Biblia
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Como el que se corta los pies y bebe su daño, Así es el que envía algo por mano de un necio.
Como perro que vuelve á su vómito, Así el necio que repite su necedad.
¿Has visto hombre sabio en su opinión? Más esperanza hay del necio que de él.
Las puertas se revuelven en sus quicios: Así el perezoso en su cama.
Esconde el perezoso su mano en el seno; Cánsase de tornarla á su boca.
A su ver es el perezoso más sabio Que siete que le den consejo.
Tal es el hombre que daña á su amigo, Y dice: Ciertamente me chanceaba.
Otro parece en los labios al que aborrece; Mas en su interior pone engaño.
Cuando hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su corazón.
Encúbrese el odio con disimulo; Mas su malicia será descubierta en la congregación.
Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
Quítale su ropa al que fió al extraño; Y al que fió á la extraña, tómale prenda.
El que bendice á su amigo en alta voz, madrugando de mañana, Por maldición se le contará.
El que pretende contenerla, arresta el viento: O el aceite en su mano derecha.
Hierro con hierro se aguza; Y el hombre aguza el rostro de su amigo.
El que guarda la higuera, comerá su fruto; Y el que guarda á su señor, será honrado.
Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo á pisón majados, No se quitará de él su necedad.
Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos, y rico.
El que guarda la ley es hijo prudente: Mas el que es compañero de glotones, avergüenza á su padre.
El que aparta su oído para no oir la ley, Su oración también es abominable.
El que hace errar á los rectos por el mal camino, Él caerá en su misma sima: Mas los perfectos heredarán el bien.
El hombre rico es sabio en su opinión: Mas el pobre entendido lo examinará.
Bienaventurado el hombre que siempre está temeroso: Mas el que endurece su corazón, caerá en mal.
El que labra su tierra, se hartará de pan: Mas el que sigue los ociosos, se hartará de pobreza.
El que roba á su padre ó á su madre, y dice que no es maldad, Compañero es del hombre destruidor.
El que confía en su corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría, será salvo.
El hombre que ama la sabiduría, alegra á su padre: Mas el que mantiene rameras, perderá la hacienda.
El hombre que lisonjea á su prójimo, Red tiende delante de sus pasos.
Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto: Mas los rectos buscan su contentamiento.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
El rey que juzga con verdad á los pobres, Su trono será firme para siempre.
La vara y la corrección dan sabiduría: Mas el muchacho consentido avergonzará á su madre.
El que regala á su siervo desde su niñez, A la postre será su hijo:
El aparcero del ladrón aborrece su vida; Oirá maldiciones, y no lo denunciará.
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
No acuses al siervo ante su señor, Porque no te maldiga, y peques.
Hay generación que maldice á su padre, Y á su madre no bendice.
Hay generación limpia en su opinión, Si bien no se ha limpiado su inmundicia.
El ojo que escarnece á su padre, Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos lo saquen de la arroyada, Y tráguenlo los hijos del águila.
Tal es el rastro de la mujer adúltera: Come, y limpia su boca, Y dice: No he hecho maldad.
Por la aborrecida cuando se casare; Y por la sierva cuando heredare á su señora.
Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida;
Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra;
PALABRAS del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden.
Mujer fuerte, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepuja largamente á la de piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado, Y no tendrá necesidad de despojo.
Darále ella bien y no mal, Todos los días de su vida.
Fué como navío de mercader: Trae su pan de lejos.
Levantóse aun de noche, Y dió comida á su familia, Y ración á sus criadas.
Gustó que era buena su granjería: Su candela no se apagó de noche.
Alargó su mano al pobre, Y extendió sus manos al menesteroso.
No tendrá temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Ella se hizo tapices; De lino fino y púrpura es su vestido.
Conocido es su marido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Fortaleza y honor son su vestidura; Y en el día postrero reirá.
Abrió su boca con sabiduría: Y la ley de clemencia está en su lengua.
Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.
Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada; Y su marido también la alabó.
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
Y sale el sol, y pónese el sol, y con deseo vuelve á su lugar donde torna á nacer.
Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas: empero también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro.
Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda á hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, con que debajo del sol él se afanara?
Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. También tengo yo visto que esto es de la mano de Dios.
PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo:
Todo lo hizo hermoso en su tiempo: y aun el mundo dió en su corazón, de tal manera que no alcance el hombre la obra de Dios desde el principio hasta el cabo.
Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida:
Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte: porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
Visto he asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno levantará á su compañero: mas ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
Porque de la cárcel salió para reinar; mientras el nacido en su reino se hizo pobre.
Cuando los bienes se aumentan, también se aumentan sus comedores. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino ver los con sus ojos?
Hay una trabajosa enfermedad que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas de sus dueños para su mal;
Como salió del vientre de su madre, desnudo, así se vuelve, tornando como vino; y nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano.
Demás de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho enojo y dolor y miseria.
He aquí pues el bien que yo he visto: Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.
Asimismo, á todo hombre á quien Dios dió riquezas y hacienda, y le dió también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce su trabajo; esto es don de Dios.
Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le responderá con alegría de su corazón.
Hombre á quien Dios dió riquezas, y hacienda, y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le dió facultad de comer de ello, sino que los extraños se lo comen. Esto vanidad es, y enfermedad trabajosa.
Si el hombre engendrare ciento, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se hartó del bien, y también careció de sepultura, yo digo que el abortivo es mejor que él.
Porque en vano vino, y á tinieblas va, y con tinieblas será cubierto su nombre.
Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su alma no se harta.
El que es, ya su nombre ha sido nombrado; y se sabe que es hombre, y que no podrá contender con el que es más fuerte que él.
Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Mejor es el fin del negocio que su principio: mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.
Y yo he hallado más amarga que la muerte la mujer, la cual es redes, y lazos su corazón; sus manos como ligaduras. El que agrada á Dios escapará de ella; mas el pecador será preso en ella.
¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre hará relucir su rostro, y mudaráse la tosquedad de su semblante.
Bien que el pecador haga mal cien veces, y le sea dilatado el castigo, con todo yo también sé que los que á Dios temen tendrán bien, los que temieren ante su presencia;
Por tanto alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto se le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le dió debajo del sol.
Yo pues dí mi corazón á conocer sabiduría, y á ver la faena que se hace sobre la tierra; (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en su ojos;)
Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que todos tengan un mismo suceso, y también que el corazón de los hijos de los hombres esté lleno de mal, y de enloquecimiento en su corazón durante su vida: y después, á los muertos.
Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol.
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