850 casos

'Mis' en la Biblia

que vino Hanani, uno de mis hermanos, él y ciertos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.

Pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestros desterrados estén hasta el extremo de los cielos, de allí os reuniré; y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.

Y dije al rey: Viva el rey para siempre. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?

y dije al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.

Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestra ropa; cada uno se desnudaba solamente para lavarse.

También yo, y mis hermanos, y mis criados, les hemos prestado dinero y grano; absolvámosles ahora de este gravamen.

También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador.

También continué en la obra de restauración de este muro, y no compramos heredad; y todos mis criados juntos estaban allí en la obra.

También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis palabras. Y Tobías enviaba cartas para atemorizarme.

Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y no borres mis misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en el servicio en ella.

Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las puertas de Jerusalén antes del sábado, dije que se cerrasen las puertas, y ordené que no las abriesen hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que en día de sábado no introdujesen carga.

Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.

Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.

Pues antes que mi pan viene mi suspiro; y mis gemidos corren como aguas.

Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:

Porque pesarían ahora más que la arena del mar; por tanto, mis palabras han sido precipitadas.

Mis hermanos han sido traicioneros cual arroyo; pasan como corrientes impetuosas,

Acuérdate que mi vida es un soplo, y que mis ojos no volverán a ver el bien.

Cuando digo: Me consolará mi cama, mi lecho atenuará mis quejas;

Desvanezco; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.

Porque me ha quebrantado con tempestad, y sin causa ha aumentado mis heridas.

entonces me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente.

aún me hundirás en el hoyo, y mis propias vestiduras me abominarán.

¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me conforte un poco.

He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.

Oíd ahora mi razonamiento, y estad atentos a los argumentos de mis labios.

¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi mano?

Pones además mis pies en el cepo, y vigilas todos mis caminos, imprimes marcas en las plantas de mis pies.

Mas yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.

Abrieron contra mí su boca; hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos.

Me rodearon sus arqueros, partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.

Mi rostro está hinchado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos:

A pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura.

Mis amigos me escarnecen; mis ojos derramarán lágrimas ante Dios.

No hay conmigo sino escarnecedores, en cuya amargura se detienen mis ojos.

Hizo alejar de mí a mis hermanos, y del todo se extrañaron de mí mis conocidos.

Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos.

Mi aliento vino a ser extraño a mi esposa, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos; y he escapado con sólo la piel de mis dientes.

¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro!

Al cual he de ver por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mis entrañas se consuman dentro de mí.

Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.

Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté.

Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?

Cuando el Omnipotente aún estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí;

Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la roca me derramaba ríos de aceite!

Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.

A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción.

Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.

Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,

si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;

¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,

Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.

Hablaré, pues, y respiraré; abriré mis labios, y responderé.

Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.

Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán sabiduría pura.

Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos.

Si tienes entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.

Porque de cierto no son mentira mis palabras; contigo está el que es íntegro en sus conceptos.

«Salmo de David, cuando huía de adelante de Absalón su hijo» ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis enemigos! Muchos se levantan contra mí.

Levántate, oh Jehová; sálvame, oh Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la quijada; los dientes de los malos quebrantaste.

«Al Músico principal: sobre Nehilot: Salmo de David» Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación.

Fatigado estoy de mi gemir; toda la noche hago nadar mi cama con mis lágrimas, riego mi lecho con mi llanto.

Mis ojos están consumidos de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.

Sean avergonzados y muy aterrados todos mis enemigos; que se vuelvan y súbitamente sean avergonzados.

Jehová Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad;

Levántate, oh Jehová, en tu ira; levántate a causa de la furia de mis angustiadores, y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

mis enemigos volvieron atrás; caerán y perecerán delante de ti.

para que no diga mi enemigo: Lo he vencido: Mis enemigos se alegrarán, si yo resbalare;

Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres.

Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen.

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