17107 casos en 6 traducciones

'Que' en la Biblia

o habla a la tierra, que ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también.

¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano del SEÑOR la hizo?

Hace que los sacerdotes anden descalzos y derriba a los que están seguros.

El quita el corazón de las cabezas del pueblo de la tierra, y les hace que se pierdan vagando sin camino;

que palpen las tinieblas, y no la luz; y los hace errar como borrachos.

He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.

Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos.

Mejor sería que callarais del todo, porque os fuera en lugar de sabiduría.

¿Hablaréis por Dios lo que es injusto y diréis por El lo que es engañoso?

¿Sería bueno que él os escudriñare? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?

Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere.

¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma?

Escuchad atentamente mis palabras, y que mi declaración {llene} vuestros oídos.

He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado.

¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.

Sólo dos cosas {deseo} que hagas conmigo, y no me esconderé de tu rostro:

¿Harás que tiemble una hoja llevada {por el viento,} o perseguirás a la paja seca?

¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de las iniquidades de mi juventud?

Aparta de él tu mirada para que descanse, hasta que cumpla su día como jornalero.

Porque hay esperanza para un árbol cuando es cortado, que volverá a retoñar, y sus renuevos no {le} faltarán.

Así el hombre yace, y no se tornará a levantar; hasta que no haya cielo no despertarán, ni levantarán de su sueño.

¡Oh quién me diera que me escondieras en el Seol, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieras plazo, y de mí te acordaras!

las piedras son quebrantadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra, de tal manera haces perder al hombre la esperanza.

Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y lo enviarás.

¿Naciste tú primero que Adán? ¿O fuiste formado antes que los collados?

¿Oíste tú por ventura el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría?

¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?

¿Por qué te enajena tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,

que respondas a Dios con tu espíritu, y sacas tales palabras de tu boca?

He aquí que en sus santos no confía, y ni los cielos son limpios delante de sus ojos,

Escúchame; yo te mostraré, y te contaré lo que he visto;

lo que los sabios nos contaron de sus padres, y no lo encubrieron;

El no creerá que ha de volver de las tinieblas, y siempre está mirando a la espada.

y habitó las ciudades asoladas, las casas inhabitadas, que estaban puestas en montones.

¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué es lo que te anima a responder?

También yo hablaría como vosotros. Deseo que vuestra alma estuviera en lugar de la mía, que yo os tendría compañía en las palabras, y sobre vosotros movería mi cabeza.

Tú me has arrugado; el testigo es mi delgadez, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.

¡Deseo que pudiera disputar el hombre con Dios, como puede con su prójimo!

Coloca, pues, contigo una fianza para mí; ¿quién hay que sea mi fiador?

El que denuncia lisonjas a su prójimo, los ojos de sus hijos desfallezcan.

Pero volved todos vosotros, y venid ahora, que no hallaré entre vosotros sabio.

Si espero que el Seol sea mi casa, hago mi lecho en las tinieblas;

Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor, ¿será dejada la tierra por tu causa, y serán traspasadas de su lugar las peñas?

Sobre su día se espantarán los por venir, como ocupó el pavor a los que fueron antes.

Ciertamente tales son las moradas del impío, y éste es el lugar del que no conoció a Dios.

sabed ahora que Dios me ha derribado, y me ha envuelto en su red.

Llamo a mi siervo, y no responde, con mi propia boca tengo que rogarle.

¿Por qué me perseguís como Dios, y no os saciáis de mis carnes?

¡Quién diera ahora que mis palabras fueran escritas! ¡Quién diera que se escribieran en un libro!

¡Que con cincel de hierro y con plomo fueran en piedra esculpidas para siempre!

y después desde esta mi piel rota, y desde mi propia carne tengo que ver a Dios.

Al cual yo tengo que ver por mí, y mis ojos lo han de ver, y no otro, aunque mis riñones se consuman dentro de mí.

Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del negocio en mí se halla.

Temed vosotros delante de la espada; porque sobreviene el furor de la espada a causa de las iniquidades, para que sepáis que hay un juicio.

He escuchado la reprensión que me insulta, y el espíritu de mi entendimiento me hace responder.

¿No sabes esto que fue siempre, desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,

que la alegría de los impíos es breve, y el gozo del hipócrita por un momento?

como su mismo estiércol perecerá para siempre; los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

El ojo que le habrá visto, nunca más le vera; ni su lugar le echará más de ver.

Sus hijos pobres andarán rogando; y sus manos devolverán lo que él robó.

si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía entre su paladar;

No mira a los arroyos, a los ríos que fluyen miel y cuajada.

Restituirá el trabajo ajeno conforme a la hacienda que tomó; y no tragará, ni gozará.

Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba.

No quedó nada que no comiere; por tanto su bien no será durable.

En la plenitud de su abundancia estará en estrechez; la mano de todo el que sufre vendrá {contra} él.

completas tinieblas están reservadas para sus tesoros; fuego no atizado lo devorará, y consumirá al que quede en su tienda.

Esta es la parte que Dios apareja al hombre impío, y la heredad que Dios le señala por su palabra.

Escuchad atentamente mis palabras, y que sea éste vuestro consuelo para mí.

Soportadme, y yo hablaré; y después que hubiere hablado, escarneced.

¿Por ventura quejo a algún hombre? Y si es así ¿por qué no se ha de angustiar mi espíritu?

Dicen pues a Dios: Apártate de nosotros, que no queremos el conocimiento de tus caminos.

He aquí que su bien no está en manos de ellos; el consejo de los impíos lejos esté de mí.

Serán como la paja delante del viento, y como el tamo que arrebata el torbellino.

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