'Que' en la Biblia
A la iglesia de Dios que está en Corinto, santificados en Cristo Jesús, llamados santos, y á todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro:
Gracias doy á mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús;
Que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda lengua y en toda ciencia;
De tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo:
El cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo.
Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay entre vosotros contiendas;
Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
Doy gracias á Dios, que á ninguno de vosotros he bautizado, sino á Crispo y á Gayo;
Para que ninguno diga que habéis sido bautizados en mi nombre.
Porque la palabra de la cruz es locura á los que se pierden; mas á los que se salvan, es á saber, á nosotros, es potencia de Dios.
¿Qué es del sabio? ¿qué del escriba? ¿qué del escudriñador de este siglo? ¿no ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Porque lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres.
Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles;
Y lo vil del mundo y lo menos preciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es:
Para que ninguna carne se jacte en su presencia.
Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
ASI que, hermanos, cuando fuí á vosotros, no fuí con altivez de palabra, ó de sabiduría, á anunciaros el testimonio de Cristo.
Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios.
Empero hablamos sabiduría de Dios entre perfectos; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen:
La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria:
Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado;
Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.
DE manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales, sino como á carnales, como á niños en Cristo.
¿Qué pues es Pablo? ¿y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis creído; y eso según que á cada uno ha concedido el Señor.
Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor.
Conforme á la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica.
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Porque la sabiduría de esta mundo es necedad para con Dios; pues escrito está: El que prende á los sabios en la astucia de ellos.
Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.
Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro,
Mas ahora se requiere en los dispensadores, que cada uno sea hallado fiel.
Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; mas el que me juzga, el Señor es.
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones: y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza.
Esto empero, hermanos, he pasado por ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros; para que en nosotros aprendáis á no saber más de lo que está escrito, hinchándoos por causa de otro el uno contra el otro.
Porque ¿quién te distingue? ¿ó qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido?
Ya estáis hartos, ya estáis ricos, sin nosotros reináis; y ojalá reinéis, para que nosotros reinemos también juntamente con vosotros.
Porque á lo que pienso, Dios nos ha mostrado á nosotros los apóstoles por los postreros, como á sentenciados á muerte: porque somos hechos espectáculo al mundo, y á los ángeles, y á los hombres.
Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; que en Cristo Jesús yo os engendré por el evangelio.
Por tanto, os ruego que me imitéis.
Por lo cual os he enviado á Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os amonestará de mis caminos cuáles sean en Cristo, de la manera que enseño en todas partes en todas las iglesias.
Empero iré presto á vosotros, si el Señor quisiere; y entenderé, no las palabras de los que andan hinchados, sino la virtud.
¿Qué queréis? ¿iré á vosotros con vara, ó con caridad y espíritu de mansedumbre?
DE cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los Gentiles; tanto que alguno tenga la mujer de su padre.
Y vosotros estáis hinchados, y no más bien tuvisteis duelo, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que hizo tal obra.
Y ciertamente, como ausente con el cuerpo, mas presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que esto así ha cometido:
No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?
Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura: porque nuestra pascua, que es Cristo, fué sacrificada por nosotros.
Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad.
Os he escrito por carta, que no os envolváis con los fornicarios:
Mas ahora os he escrito, que no os envolváis, es á saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó maldiciente, ó borracho, ó ladrón, con el tal ni aun comáis.
Porque ¿qué me va á mí en juzgar á los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros á los que están dentro?
Porque á los que están fuera, Dios juzgará: quitad pues á ese malo de entre vosotros.
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar á los angeles? ¿cuánto más las cosas de este siglo?
Por tanto, si hubiereis de tener juicios de cosas de este siglo, poned para juzgar á los que son de menor estima en la iglesia.
Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno que pueda juzgar entre sus hermanos;
Sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los infieles?
Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís antes la injuria? ¿por qué no sufrís antes ser defraudados?
¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
Y Dios que levantó al Señor, también á nosotros nos levantará con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo, y los haré miembros de una ramera? Lejos sea.
¿O no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne.
Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es.
Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
CUANTO á las cosas de que me escribisteis, bien es al hombre no tocar mujer.
Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo: empero cada uno tiene su propio don de Dios; uno á la verdad así, y otro así.
Digo pues á los solteros y á las viudas, que bueno les es si se quedaren como yo.
Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse.
Mas á los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se aparte del marido;
Y si se apartare, que se quede sin casar, ó reconcíliese con su marido; y que el marido no despida á su mujer.
Y la mujer que tiene marido infiel, y él consiente en habitar con ella, no lo deje.
Pero si el infiel se aparta, apártese: que no es el hermano ó la hermana sujeto á servidumbre en semejante caso; antes á paz nos llamó Dios.
¿Es llamado alguno circuncidado? quédese circunciso. ¿Es llamado alguno incircuncidado? que no se circuncide.
Cada uno en la vocación en que fué llamado, en ella se quede.
Porque el que en el Señor es llamado siendo siervo, liberto es del Señor: asimismo también el que es llamado siendo libre, siervo es de Cristo.
Cada uno, hermanos, en lo que es llamado, en esto se quede para con Dios.
Tengo, pues, esto por bueno á causa de la necesidad que apremia, que bueno es al hombre estarse así.
Esto empero digo, hermanos, que el tiempo es corto: lo que resta es, que los que tienen mujeres sean como los que no las tienen,
Y los que lloran, como los que no lloran; y los que se huelgan, como los que no se huelgan; y los que compran, como los que no poseen;
Y los que usan de este mundo, como los que no usan: porque la apariencia de este mundo se pasa.
Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar al Señor:
Empero el que se casó tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar á su mujer.
Esto empero digo para vuestro provecho; no para echaros lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os lleguéis al Señor.
Mas, si á alguno parece cosa fea en su hija virgen, que pase ya de edad, y que así conviene que se haga, haga lo que quisiere, no peca; cásese.
Pero el que está firme en su corazón, y no tiene necesidad, sino que tiene libertad de su voluntad, y determinó en su corazón esto, el guardar su hija virgen, bien hace.
Así que, el que la da en casamiento, bien hace; y el que no la da en casamiento, hace mejor.
La mujer casada está atada á la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor.
Empero más venturosa será si se quedare así, según mi consejo; y pienso que también yo tengo Espíritu de Dios.
Y POR lo que hace á lo sacrificado á los ídolos, sabemos que todos tenemos ciencia. La ciencia hincha, mas la caridad edifica.
Y si alguno se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debe saber.
Acerca, pues, de las viandas que son saacrificadas á los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios.
Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
Si bien la vianda no nos hace más aceptos á Dios: porque ni que comamos, seremos más ricos; ni que no comamos, seremos más pobres.
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