9325 casos

'La' en la Biblia

Asimismo te apartaría de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro; Y te asentará mesa llena de grosura.

Mas tú has llenado el juicio del impío, En vez de sustentar el juicio y la justicia.

No anheles la noche, En que desaparecen los pueblos de su lugar.

Guárdate, no tornes á la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.

Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.

Los hombres todos la ven; Mírala el hombre de lejos.

El reduce las gotas de las aguas, Al derramarse la lluvia según el vapor;

¿Quién podrá tampoco comprender la extensión de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su pabellón?

He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las raíces de la mar.

Bien que por esos medios castiga á los pueblos, A la multitud da comida.

Con las nubes encubre la luz, Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.

Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra.

Después de ella bramará el sonido, Tronará él con la voz de su magnificencia; Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

Regando también llega á disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla.

Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que él les mandara.

¿Supiste tú cuándo Dios las ponía en concierto, Y hacía levantar la luz de su nube?

¿Por qué están calientes tus vestidos Cuando se fija el viento del mediodía sobre la tierra?

He aquí aún: no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, Luego que pasa el viento y los limpia,

Viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.

¿Quién encerró con puertas la mar, Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;

Y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, Y ahí parará la hinchazón de tus ondas?

¿Has tu mandado á la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,

Para que ocupe los fines de la tierra, Y que sean sacudidos de ella los impíos?

Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado.

¿Has entrado tú hasta los profundos de la mar, Y has andado escudriñando el abismo?

¿Hante sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

¿Has tú considerado hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.

¿Por dónde va el camino á la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas?

Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?

¿Por qué camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, Sobre el desierto, donde no hay hombre,

Para hartar la tierra desierta é inculta, Y para hacer brotar la tierna hierba?

¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?

¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

Las aguas se endurecen á manera de piedra, Y congélase la haz del abismo.

¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

¿Quién puso la sabiduría en el interior? ¿O quién dió al entendimiento la inteligencia?

¿CAZARAS tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,

Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares estériles.

Búrlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero.

¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, Y que la allegará en tu era?

El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta,

¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?

Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas:

Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada.

Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica:

Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;

Antes como que dice entre los clarines: ­Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.

Ella habita y está en la piedra, En la cumbre del peñasco y de la roca.

Desde allí acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos.

Sus pollos chupan la sangre: Y donde hubiere cadáveres, allí está.

ENTONCES respondió Jehová á Job desde la oscuridad, y dijo:

El es la cabeza de los caminos de Dios: El que lo hizo, puede hacer que su cuchillo á él se acerque.

¿SACARAS tú al leviathán con el anzuelo, O con la cuerda que le echares en su lengua?

Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.

He aquí que la esperanza acerca de él será burlada; Porque aun á su sola vista se desmayarán.

Yo no callaré sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.

¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará á él con freno doble?

La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.

En su cerviz mora la fortaleza, Y espárcese el desaliento delante de él.

Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.

Tiene toda arma por hojarascas, Y del blandir de la pica se burla.

Hace hervir como una olla la profunda mar, Y tórnala como una olla de ungüento.

En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que la mar es cana.

Y llamó el nombre de la una, Jemimah, y el nombre de la segunda, Cesiah, y el nombre de la tercera, Keren-happuch.

Y después de esto vivió Job ciento y cuarenta años, y vió á sus hijos, y á los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.

Por tanto no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos.

Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra.

Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío: Porque tú heriste á todos mis enemigos en la quijada; Los dientes de los malos quebrantaste.

Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah.)

Al Músico principal: sobre Nehiloth: Salmo de David. ESCUCHA, oh Jehová, mis palabras; Considera la meditación mía.

Está atento á la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque á ti oraré.

Desbarátalos, oh Dios; Caigan de sus consejos: Por la multitud de sus rebeliones échalos, Porque se rebelaron contra ti.

Apartaos de mí, todos los obradores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.

Persiga el enemigo mi alma, y alcánce la; Y pise en tierra mi vida, Y mi honra ponga en el polvo. (Selah.)

Al Músico principal: sobre Gittith: Salmo de David. OH Jehová, Señor nuestro, ­Cuán grande es tu nombre en toda la tierra, Que has puesto tu gloria sobre los cielos!

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