14383 casos

'Que' en la Biblia

Y después de algunos años descendió a Acab a Samaria; por lo que mató Acab muchas ovejas y bueyes para él, y para el pueblo que había venido con él; y le persuadió que fuese con él a Ramot de Galaad.

Además dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra del SEÑOR.

Entonces el rey de Israel juntó cuatrocientos varones profetas, y les dijo: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o reposaremos? Y ellos dijeron: Sube, que Dios los entregará en mano del rey.

Mas Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta del SEÑOR, para que por él preguntemos?

Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló, diciendo: He aquí las palabras de todos los profetas a una boca anuncian al rey el bien; yo te ruego ahora que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien.

Y dijo Micaías: Vive el SEÑOR, que lo que el SEÑOR mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey.

Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o lo dejaremos? Y él respondió: Subid, que seréis prosperados, que serán entregados en vuestras manos.

Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el Nombre del SEÑOR que no me hables sino la verdad?

Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te había yo dicho que este no me profetizará bien, sino mal?

Y el SEÑOR dijo: ¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía así, y otro decía de otra manera.

Mas salió un espíritu, que se puso delante del SEÑOR, y dijo: Yo le induciré. Y el SEÑOR le dijo: ¿De qué modo?

Entonces Sedequías hijo de Quenaana se llegó a él, e hirió a Micaías en la mejilla, y dijo: ¿Por qué camino se apartó de mí el espíritu del SEÑOR para hablarte a ti?

y diréis: El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel, y sustentadle con pan de aflicción y agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz.

El rey de Siria había mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: No peleéis con chico ni con grande, sino sólo con el rey de Israel.

Y viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.

Y le salió al encuentro Jehú, hijo de Hanani, vidente, y dijo al rey Josafat: ¿A un impío das ayuda, y amas a los que aborrecen al SEÑOR? Pues la ira de la presencia del SEÑOR será sobre ti por ello.

Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis; para que no juzguéis en lugar de hombre, sino en lugar del SEÑOR, el cual está con vosotros en el negocio del juicio.

En cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que habitan en sus ciudades, entre sangre y sangre, entre ley y precepto, estatutos o derechos, habéis de amonestarles que no pequen contra el SEÑOR, para que no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Obrando así no pecaréis.

He aquí a Amarías el sumo sacerdote, que será sobre vosotros en todo negocio del SEÑOR; y Zebadías hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en todos los negocios del rey; y los levitas que serán los maestros delante de vosotros. Esforzaos pues, y obrad; que el SEÑOR será con el bueno.

Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros a más de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra.

Y vinieron, y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una grande multitud del otro lado del mar, y de la Siria; y he aquí ellos están en Hazezontamar, que es En-gadi.

y dijo: SEÑOR Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te enseñoreas en todos los reinos de los gentiles? ¿No está en tu mano la fuerza y potencia, que no hay quien te resista?

Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, por los cuales no quisiste que pasase Israel cuando venían de la tierra de Egipto, sino que se apartasen de ellos, y no los destruyesen;

he aquí ellos nos dan el pago, viniendo a echarnos de tu posesión, que tú nos diste que poseamos.

¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos lo que hemos de hacer, mas a ti están puestos nuestros ojos.

Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.

No habrá para qué vosotros peleéis ahora; paraos, estad quedos , y ved la salud del SEÑOR con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que el SEÑOR será con vosotros.

Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen al SEÑOR, y alabasen en la hermosura de la santidad, mientras que salía la gente armada, y dijesen: Confesad al SEÑOR, porque su misericordia es para siempre.

Y cuando comenzaron con clamor y con alabanza, puso el SEÑOR a los hijos de Moab y los del monte de Seir para que asechasen a los hijos de Amón, que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros .

Y cuando vino Judá a la atalaya del desierto, miraron por la multitud; y helos aquí que estaban tendidos en tierra muertos, que ninguno había escapado.

Y viniendo Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron en ellos muchas riquezas, y cuerpos muertos, y vestidos y vasos preciosos, los cuales tomaron para sí, tantos , que no los podían llevar; tres días duró el despojo, porque era mucho.

Y vino el pavor de Dios sobre todos los reinos de la tierra, cuando oyeron que el SEÑOR había peleado contra los enemigos de Israel.

Con todo eso los altos no eran quitados; que el pueblo aun no había enderezado su corazón al Dios de sus padres.

e hizo con él compañía para aparejar navíos que fuesen a Tarsis; y construyeron los navíos en Ezión-geber.

Mas el SEÑOR no quiso destruir la casa de David, por la alianza que con David había hecho, y porque le había dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.

Entonces pasó Joram con sus príncipes, y consigo todos sus carros; y se levantó de noche, e hirió a Edom que le habían cercado, y a todos los príncipes de sus carros.

Demás de esto hizo altos en los montes de Judá, e hizo que los moradores de Jerusalén fornicasen, y a ello impelió a Judá.

Y le llegaron letras del profeta Elías, que decían así: El SEÑOR, el Dios de David tu padre, ha dicho así: Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa, rey de Judá,

antes has andado en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que fornicase Judá, y los moradores de Jerusalén, como fornicó la casa de Acab; y además has muerto a tus hermanos, a la casa de tu padre, los cuales eran mejores que tú,

y a ti con muchas enfermedades, con enfermedad de tus entrañas, hasta que las entrañas se te salgan a causa de la enfermedad de cada día.

Entonces despertó el SEÑOR contra Joram el espíritu de los filisteos, y de los árabes que estaban junto a los etíopes;

y subieron contra Judá, e invadieron la tierra, y saquearon toda la hacienda que hallaron en la casa del rey, y a sus hijos, y a sus mujeres; que no le quedó hijo, sino Joacaz el menor de sus hijos.

Y aconteció que, pasando un día tras otro, al fin, al cabo de dos años, las entrañas se le salieron con la enfermedad, muriendo así de enfermedad muy penosa. Y no le hizo quema su pueblo, como las había hecho a sus padres.

Y los moradores de Jerusalén hicieron rey en lugar suyo a Ocozías su hijo menor; porque el ejército que había venido con los árabes al campo, había muerto a todos los mayores; por lo cual reinó Ocozías, hijo de Joram rey de Judá.

Y se volvió para curarse en Jezreel de las heridas que le habían hecho en Rama, peleando con Hazael rey de Siria. Y descendió Azarías hijo de Joram, rey de Judá, a visitar a Joram hijo de Acab, en Jezreel, porque allí estaba enfermo.

Pero esto venía de Dios, para que Ocozías fuese hollado viniendo a Joram; porque siendo venido, salió con Joram a encontrarse con Jehú hijo de Nimsi, al cual el SEÑOR había ungido para que talase la casa de Acab.

Y fue que, haciendo juicio Jehú con la casa de Acab, halló a los príncipes de Judá, y a los hijos de los hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató.

Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la simiente real de la casa de Judá.

Y Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, y lo hurtó de entre los hijos del rey, que mataban, y le guardó a él y a su ama en la cámara de los lechos (del templo ). Así, pues , lo escondió Josabet, hija del rey Joram, mujer de Joiada el sacerdote (porque ella era hermana de Ocozías), de delante de Atalía, y no lo mataron.

Lo que habéis de hacer es: la tercera parte de vosotros, los que entran el sábado, estarán de porteros con los sacerdotes y los levitas;

Y ninguno entre en la Casa del SEÑOR, sino los sacerdotes y los levitas que sirven; éstos entrarán, porque son santos; y todo el pueblo hará la guardia del SEÑOR.

Y los levitas rodearán al rey por todas partes, y cada uno tendrá sus armas en la mano; y cualquiera que entrare en la Casa, muera; y estaréis con el rey cuando entrare, y cuando saliere.

Y los levitas y todo Judá lo hicieron todo como lo había mandado el sacerdote Joiada; y tomó cada uno los suyos, los que entraban el sábado, y los que salían el sábado; porque el sacerdote Joiada no dio licencia a las compañías.

Dio también el sacerdote Joiada a los centuriones las lanzas, paveses y escudos que habían sido del rey David, que estaban en la Casa de Dios;

Y cuando Atalía oyó el estruendo del pueblo que corría, y de los que bendecían al rey, vino al pueblo a la Casa del SEÑOR;

y mirando, vio al rey que estaba junto a su columna a la entrada, y los príncipes y los trompetas junto al rey, y que todo el pueblo de la tierra hacía alegrías, y sonaban bocinas, y cantaban con instrumentos de música los que sabían alabar. Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y dijo: ¡Conjuración, conjuración!

Y sacando el sumo sacerdote Joiada los centuriones y capitanes del ejército, les dijo: Sacadla fuera del recinto; y el que la siguiere, muera a cuchillo; porque el sacerdote había mandado que no la matasen en la Casa del SEÑOR.

Y Joiada hizo pacto entre sí y todo el pueblo y el rey, que serían pueblo del SEÑOR.

Puso también porteros a las puertas de la Casa del SEÑOR, para que por ninguna vía entrase ningún inmundo.

Tomó después los centuriones, y los principales, y los que gobernaban el pueblo; y a todo el pueblo de la tierra, y llevó al rey de la Casa del SEÑOR; y viniendo hasta el medio de la puerta mayor de la casa del rey, sentaron al rey sobre el trono del reino.

Y todo el pueblo del país hizo alegrías; y la ciudad estuvo quieta; después que mataron a Atalía a cuchillo.

Después de esto aconteció que Joás tuvo voluntad de reparar la Casa del SEÑOR.

Y juntó los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de Judá, y juntad dinero de todo Israel, para que cada año sea reparada la Casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el negocio. Mas los levitas no pusieron diligencia.

Por lo cual el rey llamó a Joiada el principal, y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén al tabernáculo del testimonio, la ofrenda que constituyó Moisés siervo del SEÑOR, y la congregación de Israel?

Y mandó el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera a la puerta de la Casa del SEÑOR;

e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen al SEÑOR la ofrenda que Moisés siervo de Dios había constituido a Israel en el desierto.

Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al magistrado del rey por mano de los levitas, cuando veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo sacerdote, y llevaban el arca, y la vaciaban, y la volvían a su lugar; y así lo hacían cada día, y recogían mucho dinero;

el cual daba el rey y Joiada a los que hacían la obra del servicio de la Casa del SEÑOR, y tomaban canteros y oficiales que reparasen la Casa del SEÑOR, y herreros y metaleros para reparar la Casa del SEÑOR.

Y cuando hubieron acabado, trajeron lo que quedaba del dinero al rey y a Joiada, e hicieron de él vasos para la Casa del SEÑOR, vasos de servicio, morteros, cucharros, vasos de oro y de plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en la Casa del SEÑOR todos los días de Joiada.

Y el espíritu de Dios envistió a Zacarías, hijo de Joiada el sacerdote, el cual estando sobre el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos del SEÑOR? No os vendrá bien de ello; porque por haber dejado al SEÑOR, el también os dejará.

No tuvo, pues , memoria el rey Joás de la misericordia que su padre Joiada había hecho con él, antes le mató su hijo; el cual dijo al morir: El SEÑOR lo vea, y lo requiera.

Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simeat amonita, y Jozabad, hijo de Simrit moabita.

De sus hijos, y de la multiplicación que hizo de las rentas, y de la reparación de la Casa del SEÑOR, he aquí está escrito en la historia del libro de los reyes. Y reinó en su lugar Amasías su hijo.

Porque cuando fue confirmado en el reino, mató a sus siervos, los que habían muerto al rey su padre;

mas no mató a los hijos de ellos, según lo que está escrito en la ley en el libro de Moisés, donde el SEÑOR mandó, diciendo: No morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; mas cada uno morirá por su pecado.

Juntó luego Amasías a Judá, y les puso tribunos y centuriones según las casas de sus padres por todo Judá y Benjamín; y los tomó por lista a todos los de veinte años arriba; y fueron hallados en ellos trescientos mil escogidos para salir a la guerra, que tenían lanza y escudo.

Y Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué pues se hará de cien talentos que he dado al ejército de Israel? Y el varón de Dios respondió: Del SEÑOR es darte mucho más que esto.

Entonces Amasías apartó el escuadrón de la gente que había venido a él de Efraín, para que se fuesen a sus casas; y ellos se enojaron grandemente contra Judá, y volvieron a sus casas encolerizados.

Pero los del escuadrón que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la guerra, se derramaron sobre las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón, e hirieron de ellos tres mil, y tomaron un grande despojo.

Y el furor del SEÑOR se encendió contra Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por qué has buscado los dioses de un pueblo, que no libraron a su pueblo de tus manos?

Y hablándole el profeta estas cosas, él le respondió: ¿Te han puesto a ti por consejero del rey? Déjate de eso , ¿por qué quieres que te maten? Y al cesar, el profeta dijo luego: Yo sé que Dios ha acordado destruirte, porque has hecho esto, y no escuchaste mi consejo.

Entonces Joás rey de Israel envió a decir a Amasías rey de Judá: El cardo que estaba en el Líbano, envió al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi hijo por mujer. Y he aquí que las bestias fieras que estaban en el Líbano, pasaron, y hollaron el cardo.

Tú dices: He aquí he herido a Edom; y con esto tu corazón se enaltece para gloriarte; ahora estáte en tu casa; ¿para qué te entrometes en mal, para caer tú y Judá contigo?

Mas Amasías no quiso oír; porque estaba de Dios, que los quería entregar en manos de sus enemigos , por cuanto habían buscado los dioses de Edom.

Asimismo tomó todo el oro y plata, y todos los vasos que se hallaron en la Casa de Dios en casa de Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey, y los hijos de los príncipes, y volvió a Samaria.

Desde aquel tiempo que Amasías se apartó del SEÑOR, maquinaron contra él conjuración en Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis, enviaron tras él a Laquis, y allá lo mataron;

Edificó él a Elot, y la restituyó a Judá después que el rey durmió con sus padres.

E hizo lo recto en los ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su padre.

Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días que él buscó al SEÑOR, Dios le prosperó.

Y Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los Meunim.

Tuvo también Uzías escuadrones de guerreros, los cuales salían a la guerra en ejército, según que estaban por lista hecha por mano de Jehiel escriba y de Maasías gobernador, y por mano de Hananías, uno de los príncipes del rey.

E hizo en Jerusalén máquinas por industria de ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras, y su fama se extendió lejos, porque se ayudó maravillosamente, hasta hacerse fuerte.

Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso al SEÑOR, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo; sal del santuario, por que te has rebelado, y no te será para gloria delante del SEÑOR Dios.

Y se airó Uzías, que tenía el incienso en la mano para quemarlo; y en esta su ira contra los sacerdotes, la lepra le salió en la frente delante de los sacerdotes en la Casa del SEÑOR, junto al altar del incienso.

Y él hizo lo recto en ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho Uzías su padre, salvo que no entró en el templo del SEÑOR. Pero el pueblo se corrompía aún.

Así que Jotam fue fortificado, porque preparó sus caminos delante del SEÑOR su Dios.

Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, y quemó sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de los gentiles que el SEÑOR había echado delante de los hijos de Israel.

Por lo cual el SEÑOR su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales le derrotaron, y cogieron de él una grande presa, que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos del rey de Israel, el cual lo hirió con gran mortandad.

Había entonces allí un profeta del SEÑOR, que se llamaba Obed, el cual salió delante del ejército cuando entraba en Samaria, y les dijo: He aquí el SEÑOR Dios de vuestros padres, por el enojo contra Judá, los ha entregado en vuestras manos; y vosotros los habéis muerto con ira. Hasta el cielo ha llegado ésto .

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