14383 casos

'Que' en la Biblia

y el sacerdote hará el uno en expiación, y el otro en holocausto; y lo expiará de lo que pecó sobre el muerto, y santificará su cabeza en aquel día.

Esta es, pues, la ley del Nazareo; el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a la puerta del tabernáculo del testimonio;

Entonces el Nazareo raerá a la puerta del tabernáculo del testimonio la cabeza de su nazareato, y tomará los cabellos de la cabeza de su nazareato, y los pondrá sobre el fuego que está debajo del sacrificio de la paz.

Después tomará el sacerdote la espaldilla cocida del carnero, y una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y las pondrá sobre las manos del Nazareo, después que fuere raído su nazareato;

Esta es la ley del Nazareo que hiciere voto de su ofrenda al SEÑOR por su nazareato, a más de lo que sus recursos le permitieren; según el voto que hiciere, así hará, conforme a la ley de su nazareato.

Y aconteció, que cuando Moisés hubo acabado de levantar el tabernáculo, y lo hubo ungido y santificado, con todos sus vasos; y asimismo ungido y santificado el altar, con todos sus vasos;

entonces los príncipes de Israel, las cabezas de las casas de sus padres, los cuales eran los príncipes de las tribus, que estaban sobre los contados, ofrecieron;

Y ofrecieron los príncipes a la dedicación del altar el día que fue ungido, ofrecieron los príncipes su ofrenda delante del altar.

Y el que ofreció su ofrenda el primer día fue Naasón hijo de Aminadab, de la tribu de Judá.

Esta fue la dedicación del altar, el día que fue ungido, por los príncipes de Israel: doce platos de plata, doce jarros de plata, doce cucharros de oro.

Y todos los bueyes del sacrificio de la paz veinticuatro novillos, sesenta los carneros, sesenta los machos cabríos, sesenta los corderos de un año. Esta fue la dedicación del altar, después que fue ungido.

Y cuando entraba Moisés en el tabernáculo del testimonio, para hablar con El, oía la voz del que le hablaba de encima de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y hablaba con él.

Y Aarón lo hizo así; que encendió contra la faz del candelero sus lámparas, como el SEÑOR lo mandó a Moisés.

Y ésta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que el SEÑOR mostró a Moisés, así hizo el candelero.

Porque enteramente me son a mí dados los levitas de entre los hijos de Israel, en lugar de todo aquel que abre matriz; los he tomado para mí en lugar de los primogénitos de todos los hijos de Israel.

Porque mío es todo primogénito en los hijos de Israel, así de hombres como de animales; desde el día que yo maté todo primogénito en la tierra de Egipto, los santifiqué para mí.

Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel, para que sirvan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo del testimonio, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario.

Y Moisés, y Aarón, y toda la congregación de los hijos de Israel, hicieron de los levitas conforme a todas las cosas que mandó el SEÑOR a Moisés acerca de los levitas; así hicieron de ellos los hijos de Israel.

Y así vinieron después los levitas para servir en su ministerio en el tabernáculo del testimonio, delante de Aarón y delante de sus hijos; de la manera que mandó el SEÑOR a Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos.

pero servirán con sus hermanos en el tabernáculo del testimonio, para hacer la guardia, bien que no servirán en el ministerio. Así harás de los levitas en cuanto a sus oficios.

Y habló Moisés a los hijos de Israel, para que hiciesen la pascua.

E hicieron la pascua en el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó el SEÑOR a Moisés, así hicieron los hijos de Israel.

Y hubo varones que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron hacer la pascua aquel día; y llegaron delante de Moisés y delante de Aarón aquel día;

y le dijeron aquellos hombres: Nosotros somos inmundos por causa de muerto; ¿por qué seremos impedidos de ofrecer ofrenda al SEÑOR a su tiempo determinado entre los hijos de Israel?

Habla a los hijos de Israel, diciendo: Cualquier varón de vosotros o de vuestras generaciones, que fuere inmundo por causa de muerto o estuviere de viaje lejos, hará pascua al SEÑOR.

Mas el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de hacer la pascua, la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo determinado la ofrenda del SEÑOR, el tal hombre llevará su pecado.

Y el día que el tabernáculo fue levantado, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana.

Y según que se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel.

Al dicho del SEÑOR los hijos de Israel partían; y al dicho del SEÑOR asentaban el campamento; todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, ellos quedaban reposados.

Y era que cuando la nube estaba sobre el tabernáculo determinado número de días, al dicho del SEÑOR acampaban, y al dicho del SEÑOR partían.

Y era que cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, y a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado el día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían.

Y cuando tocareis júbilo, entonces moverán el campamento de los que están alojados al oriente.

Y cuando tocareis júbilo la segunda vez, entonces moverán el campamento de los que están alojados al mediodía; júbilo tocarán a sus partidas.

Y cuando saliereis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis júbilo con las trompetas; y seréis en memoria delante del SEÑOR vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos.

Y fue en el año segundo, en el mes segundo, a los veinte del mes, que la nube se alzó del tabernáculo del testimonio.

Y el tabernáculo era ya desarmado, y se movieron los hijos de Gersón y los hijos de Merari, que lo llevaban.

Luego comenzaron a marchar los coatitas llevando el santuario; y entre tanto que ellos llegaban, los otros asentaron el tabernáculo.

Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi natural.

Y él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú sabes nuestros campamentos en el desierto, y nos serás en lugar de ojos.

Y será, que si vinieres con nosotros, cuando tuviéremos el bien que el SEÑOR nos ha de hacer, nosotros te haremos bien.

Y la nube del SEÑOR iba sobre ellos de día, desde que partieron del campamento.

Y fue, que al mover el arca, Moisés decía: Levántate, oh SEÑOR, y sean disipados tus enemigos, y huyan delante de tu rostro los que te aborrecen.

Y el vulgo que se mezcló con ellos tuvo deseo, y volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos;

y ahora nuestra alma se seca; que nada sino maná ven nuestros ojos.

Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y el furor del SEÑOR se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés.

Y dijo Moisés al SEÑOR: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?

¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?

¿De dónde tengo yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos.

No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es demasiado pesado.

Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me mates de repente, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Júntame setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus príncipes; y tráelos a la puerta del tabernáculo del testimonio, y esperen allí contigo.

Y yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.

sino hasta un mes de tiempo, hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento; por cuanto menospreciasteis al SEÑOR que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?

¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les basten? ¿o se juntarán para ellos todos los peces del mar para que tengan abasto?

Entonces el SEÑOR descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y fue que, al reposar sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.

Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Mas quién diese que todo el pueblo del SEÑOR fuese profeta, que el SEÑOR diese su espíritu sobre ellos.

Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día, y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo en derredor del campamento.

Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese mascada, cuando el furor del SEÑOR se encendió en el pueblo, e hirió el SEÑOR al pueblo con una plaga muy grande.

Y la nube se apartó del tabernáculo; y he aquí que María era leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.

No sea ella ahora como el que sale muerto del vientre de su madre, consumida la mitad de su carne.

Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se le reunió María.

Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.

Estos son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a Oseas hijo de Nun, le puso Moisés el nombre de Josué.

y observad la tierra qué tal es; y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso;

qué tal la tierra habitada, si es buena o mala; y qué tales son las ciudades habitadas, si de tiendas o de fortalezas;

Y se llamó aquel lugar Nahal-escol por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.

Y les contaron, y dijeron: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y éste es el fruto de ella.

Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fuertes; y también vimos allí los hijos de Anac.

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y poseámosla; que más podremos que ella.

Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo; porque es más fuerte que nosotros.

Y vituperaron entre los hijos de Israel la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella, son hombres de gran estatura.

Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Mejor que muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto que muriéramos!

¿Y por qué nos trae el SEÑOR a esta tierra para caer a cuchillo y que nuestras mujeres y nuestros chiquitos sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?

Y Josué hijo de Nun, y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos;

Si el SEÑOR se agradare de nosotros, él nos meterá en esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.

Y el SEÑOR dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me ha de creer con todas las señales que he hecho en medio de ellos?

Yo los heriré de mortandad, y los destruiré, y de ti haré una nación más grande y más fuerte que ellos.

y dirán los habitantes de esta tierra, los cuales ya han oído que tú, oh SEÑOR, estabas en medio de este pueblo, que ojo a ojo aparecías tú, oh SEÑOR, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego;

y que has hecho morir a este pueblo como a un hombre; y los gentiles que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo:

Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificada la fortaleza del Señor, como lo hablaste, diciendo:

Porque todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz,

no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá.

y aun al amalecita y al cananeo que habitan en el valle. Volveos mañana, y partíos al desierto, camino del mar Bermejo.

¿Hasta cuándo oiré esta congregación perversa que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?

Diles: Vivo yo, dice el SEÑOR, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.

Mas vuestros chiquitos, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.

Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras fornicaciones, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto.

Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo.

Yo el SEÑOR he hablado; así haré a toda esta congregación perversa que se ha juntado contra mí; en este desierto serán consumidos, y allí morirán.

Y los varones que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando la tierra,

aquellos varones que habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante del SEÑOR.

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