16640 casos

'De' en la Biblia

De engaño y de violencia redimirá sus almas; y la sangre de ellos será preciosa en sus ojos.

Y vivirá, y se le dará del oro de Seba; y se orará por él continuamente; todo el día se le bendecirá.

Será echado un puño de grano en tierra, en las cumbres de los montes; su fruto hará ruido como el Líbano, y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, sólo Él hace maravillas.

Terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

No sufren trabajos como los demás mortales; ni son azotados como el resto de los hombres.

Por eso su pueblo vuelve aquí, y aguas de abundancia son extraídas para ellos.

Si yo hubiera dicho: Así hablaré; he aquí, habría traicionado la generación de tus hijos:

hasta que entré en el santuario de Dios, entonces entendí la postrimería de ellos.

Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán: Tú cortarás a todo aquel que fornicando, se aparta de ti.

«Masquil de Asaf» ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué humea tu furor contra las ovejas de tu prado?

Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, la vara de tu heredad, la cual redimiste; este monte de Sión, donde has habitado.

Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus banderas por señales.

Han puesto a fuego tus santuarios, han profanado el tabernáculo de tu nombre echándolo a tierra.

Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

¿Hasta cuándo, oh Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?

Pero Dios es mi Rey ya de antiguo; el que obra salvación en medio de la tierra.

Tú machacaste las cabezas del leviatán; lo diste por comida al pueblo de los desiertos.

Acuérdate de esto; que el enemigo ha afrentado a Jehová, y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

No entregues a las bestias el alma de tu tórtola; y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

«Al Músico principal: sobre No destruyas: Salmo de Asaf: Cántico» Te damos gracias, oh Dios, gracias te damos; porque cercano está tu nombre: Tus maravillas declaramos.

Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino es tinto, lleno de mixtura; y Él derrama del mismo; los asientos del mismo tomarán y beberán todos los impíos de la tierra.

Mas yo siempre anunciaré y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.

Y quebraré todos los cuernos de los pecadores; mas los cuernos de los justos serán exaltados.

«Al Músico principal: sobre Neginot: Salmo de Asaf: Canción» Dios es conocido en Judá; en Israel es grande su nombre.

Allí quebró las saetas del arco, el escudo, y la espada, y las armas de guerra. (Selah)

Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; y ninguno de los varones fuertes pudo usar sus manos.

A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos.

cuando te levantaste, oh Dios, al juicio, para salvar a todos los mansos de la tierra. (Selah)

Ciertamente la ira del hombre te alabará; tú reprimirás el resto de las iras.

Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios; todos los que están alrededor de Él, traigan presentes al Temible.

Él cortará el espíritu de los príncipes; terrible es a los reyes de la tierra.

«Al Músico principal: para Jedutún: Salmo de Asaf» Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y Él me escuchó.

Me acordaba de Dios, y me turbaba; me quejaba, y desmayaba mi espíritu. (Selah)

Detenías los párpados de mis ojos: Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos.

Me acordaba de mis canciones de noche; meditaba con mi corazón, y mi espíritu inquiría.

Y dije: Enfermedad mía es ésta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.

Y meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos.

Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; los relámpagos alumbraron el mundo; se estremeció y tembló la tierra.

«Masquil de Asaf» Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, sino que guarden sus mandamientos;

Los hijos de Efraín, arqueros armados, volvieron la espalda el día de la batalla.

antes se olvidaron de sus obras, y de sus maravillas que les había mostrado.

Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

Hendió las peñas en el desierto; y les dio a beber como de grandes abismos;

pues sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos.

a pesar de que mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos,

e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos.

Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarles.

E hizo llover sobre ellos carne como polvo, y aves de alas como la arena del mar.

Las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas.

No habían quitado de sí su deseo, aún estaba la comida en su boca,

cuando vino sobre ellos el furor de Dios, y mató los más robustos de ellos, y derribó los escogidos de Israel.

Si los hería de muerte, entonces buscaban a Dios; entonces se volvían solícitos en busca suya.

No se acordaron de su mano, del día que los redimió de angustia;

cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán;

Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruyeron.

Dispuso camino a su furor; no eximió la vida de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad;

e hirió a todo primogénito en Egipto, las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

Y los guió con seguridad, de modo que no tuvieran miedo; y el mar cubrió a sus enemigos.

Los metió después en los términos de su santuario, en este monte que adquirió su diestra.

Y echó a las naciones de delante de ellos, y con cuerdas les repartió sus tierras por heredad; e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

Dejó por tanto el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres;

Entonces despertó el Señor como de un sueño, como un valiente que grita excitado del vino;

Y desechó el tabernáculo de José, y no escogió la tribu de Efraín.

Y edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre.

de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.

Reina Valera Gómez (© 2010)