16640 casos

'De' en la Biblia

Los que te aborrecen, serán vestidos de vergüenza; y la habitación de los impíos perecerá.

He aquí que Él pasará delante de mí, y yo no lo veré; y pasará, y no lo percibiré.

Si Dios no retira su ira, los ayudadores soberbios serán abatidos debajo de Él.

Aunque fuese yo justo, no respondería; antes habría de rogar a mi Juez.

No me ha concedido que tome aliento, sino que me ha llenado de amarguras.

Si yo hablare de poder, he aquí Él es poderoso; si de juicio, ¿quién me emplazará?

La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?

¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?

Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.

Estas cosas has guardado en tu corazón; yo sé que están cerca de ti.

Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza. Estoy hastiado de afrenta, por tanto, mira tú mi aflicción.

Renuevas contra mí tus pruebas, y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.

Antes que vaya para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

Tierra de oscuridad, lóbrega como sombra de muerte, sin orden, donde la luz es como la oscuridad misma.

¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?

Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.

y que te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.

si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;

entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y no temerás;

Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

Aquel cuyos pies van a resbalar, es como una lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.

Prosperan las tiendas de los ladrones, y los que provocan a Dios viven seguros; en cuyas manos Él ha puesto cuanto tienen.

Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;

¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano de Jehová la hizo?

Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces.

Él suelta las ataduras de los reyes, y les ata un cinto a sus lomos.

Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y debilita la fuerza de los poderosos.

Él quita el entendimiento de los jefes del pueblo de la tierra, y les hace vagar por desierto donde no hay camino:

Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; todos vosotros sois médicos nulos.

Oíd ahora mi razonamiento, y estad atentos a los argumentos de mis labios.

¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por Él engaño?

¿Haréis acepción de su persona? ¿Contenderéis vosotros por Dios?

¿Sería bueno que Él os escudriñase? ¿Os burlaréis de Él como quien se burla de algún hombre?

Él os reprochará de seguro, si solapadamente hacéis acepción de personas.

Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de barro.

A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me escondede tu rostro.

¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una paja seca has de perseguir?

¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de los pecados de mi juventud?

Pones además mis pies en el cepo, y vigilas todos mis caminos, imprimes marcas en las plantas de mis pies.

Apártate de él, y que descanse hasta que, cual jornalero, haya cumplido su día.

Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán.

Así el hombre yace, y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo no despertarán, ni se levantarán de su sueño.

¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!

Tú llamarás, y te responderé yo; tendrás placer en la obra de tus manos.

Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar;

Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

Sus hijos alcanzan honor, y él no lo sabe; o son humillados, y no entiende de ellos.

¿Proferirá el sabio vana sabiduría, y llenará su vientre de viento solano?

Tú también disipas el temor, y menosprecias la oración delante de Dios.

Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos.

¿Oíste tú el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría?

¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?

para que vuelvas tu espíritu contra Dios, y saques tales palabras de tu boca?

He aquí que en sus santos no confía, y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos:

Lo que los sabios nos contaron de sus padres, y no lo encubrieron;

A los cuales solamente fue dada la tierra, y no pasó extraño por medio de ellos;

Todos sus días, el impío es atormentado de dolor, y el número de años es escondido al violento.

Él no creerá que ha de volver de las tinieblas, y descubierto está para la espada.

Él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos:

Él será cortado antes de su tiempo, y sus renuevos no reverdecerán.

Porque la congregación de los hipócritas será asolada, y fuego consumirá las tiendas de soborno.

También yo hablaría como vosotros. Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía, yo podría hilvanar palabras contra vosotros, y sobre vosotros movería mi cabeza.

Mas yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.

Si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de hablar, no se aparta de mí.

Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo estremecer.

Me quebrantó de quebranto sobre quebranto; corrió contra mí como un gigante.

A pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura.

Porque has escondido de su corazón la inteligencia; por tanto, no los exaltarás.

El que habla lisonjas a sus amigos, aun los ojos de sus hijos desfallecerán.

Él me ha puesto por refrán de pueblos, y delante de ellos he sido como tamboril.

Los rectos se maravillarán de esto, y el inocente se levantará contra el hipócrita.

Reina Valera Gómez (© 2010)