'Tú' en la Biblia
- 1.Gé 3:9-Gé 27:24
- 2.Gé 27:29-Éx 3:5
- 3.Éx 3:6-Éx 28:2
- 4.Éx 28:3-Números 5:22
- 5.Números 10:31-Deuteronomio 7:3
- 6.Deuteronomio 7:4-Deuteronomio 15:21
- 7.Deuteronomio 16:1-Deuteronomio 26:11
- 8.Deuteronomio 26:13-Josué 1:8
- 9.Josué 1:9-Rut 2:12
- 10.Rut 2:13-1 Samuel 24:20
- 11.1 Samuel 25:6-2 Samuel 14:8
- 12.2 Samuel 14:11-1 Reyes 3:22
- 13.1 Reyes 3:23-1 Reyes 20:40
- 14.1 Reyes 20:42-1 Crónicas 19:3
- 15.1 Crónicas 19:12-Nehemías 2:6
- 16.Nehemías 4:5-Job 33:33
- 17.Job 34:17-Salmos 21:5
- 18.Salmos 21:6-Salmos 48:10
- 19.Salmos 49:18-Salmos 73:24
- 20.Salmos 73:27-Salmos 90:2
- 21.Salmos 90:7-Salmos 119:84
- 22.Salmos 119:85-Salmos 146:10
- 23.Salmos 147:12-Eclesiastés 7:22
- 24.Eclesiastés 9:7-Isaías 36:5
- 25.Isaías 36:8-Isaías 60:21
- 26.Isaías 62:2-Jeremías 24:3
- 27.Jeremías 25:28-Ezequiel 4:1
- 28.Ezequiel 4:3-Ezequiel 25:4
- 29.Ezequiel 25:6-Daniel 4:27
- 30.Daniel 4:32-Nahúm 3:8
- 31.Nahúm 3:9-Marcos 2:9
- 32.Marcos 2:11-Lucas 19:22
- 33.Lucas 19:42-Hechos 2:28
- 34.Hechos 3:25-Filemón 1:7
- 35.Filemón 1:12-Apocalipsis 18:14
Alaba á Jehová, Jerusalem; Alaba á tu Dios, Sión.
El pone en tu término la paz; Te hará saciar de grosura de trigo.
Oye, hijo mío, la doctrina de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre:
Porque adorno de gracia serán á tu cabeza, Y collares á tu cuello.
Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa:
Hijo mío, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas:
Haciendo estar atento tu oído á la sabiduría; Si inclinares tu corazón á la prudencia;
Si clamares á la inteligencia, Y á la prudencia dieres tu voz;
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere dulce á tu alma,
HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos:
Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón:
Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia.
No seas sabio en tu opinión: Teme á Jehová, y apártate del mal;
Porque será medicina á tu ombligo, Y tuétano á tus huesos.
Honra á Jehová de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos;
Y serán vida á tu alma, Y gracia á tu cuello.
Entonces andarás por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezará.
Cuando te acostares, no tendrás temor; Antes te acostarás, y tu sueño será suave.
Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de ser preso.
No digas á tu prójimo: Ve, y vuelve, Y mañana te daré; Cuando tienes contigo qué darle.
No intentes mal contra tu prójimo, Estando él confiado de ti.
Y él me enseñaba, y me decía: Mantenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás:
Sabiduría ante todo: adquiere sabiduría: Y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.
Engrandécela, y ella te engrandecerá: Ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.
Adorno de gracia dará á tu cabeza: Corona de hermosura te entregará.
Ten el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.
Hijo mío, está atento á mis palabras; Inclina tu oído á mis razones.
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón.
Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
No te apartes á diestra, ni á siniestra: Aparta tu pie del mal.
HIJO mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído;
Aleja de ella tu camino, Y no te acerques á la puerta de su casa;
Porque no des á los extraños tu honor, Y tus años á cruel;
Porque no se harten los extraños de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;
Y gimas en tus postrimerías, Cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
Bebe el agua de tu cisterna, Y los raudales de tu pozo.
Sea bendito tu manantial; Y alégrate con la mujer de tu mocedad.
HIJO mío, si salieres fiador por tu amigo, Si tocaste tu mano por el extraño,
Enlazado eres con las palabras de tu boca, Y preso con las razones de tu boca.
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo: Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre de escudo.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre:
Atalos siempre en tu corazón, Enlázalos á tu cuello.
No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos:
Lígalos á tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón.
Di á la sabiduría: Tú eres mi hermana; Y á la inteligencia llama parienta:
Por tanto he salido á encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
No se aparte á sus caminos tu corazón; No yerres en sus veredas.
Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
Castiga á tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se excite tu alma para destruirlo.
Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez.
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu corazón á mi sabiduría:
Para que tu confianza sea en Jehová, Te las he hecho saber hoy á ti también.
Porque no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.
Si no tuvieres para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
Y pon cuchillo á tu garganta, Si tienes gran apetito.
No trabajes por ser rico; Pon coto á tu prudencia.
Vomitarás la parte que tú comiste, Y perderás tus suaves palabras.
Aplica tu corazón á la enseñanza, Y tus oídos á las palabras de sabiduría.
Tú lo herirás con vara, Y librarás su alma del infierno.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También á mí se me alegrará el corazón;
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo tiempo:
Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
Oye á tu padre, á aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te engendró.
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Tus ojos mirarán las extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida.
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿No lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, Y del panal dulce á tu paladar:
Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma: Si la hallares tendrá recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
Cuando cayere tu enemigo, no te huelgues; Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón:
Apresta tu obra de afuera, Y disponla en tu heredad; Y después edificarás tu casa.
No seas sin causa testigo contra tu prójimo; Y no lisonjees con tus labios.
Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre de escudo.
No salgas á pleito presto, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya dejado confuso.
Trata tu causa con tu compañero Y no descubras el secreto á otro.
No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse.
Detén tu pie de la casa de tu vecino, Porque harto de ti no te aborrezca.
Nunca respondas al necio en conformidad á su necedad, Para que no seas tú también como él.
Alábete el extraño, y no tu boca; El ajeno, y no tus labios.
No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón á tus rebaños:
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.
Corrige á tu hijo, y te dará descanso, Y dará deleite á tu alma.
No des á las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos á lo que es para destruir los reyes.
Abre tu boca por el mudo, En el juicio de todos los hijos de muerte.
Abre tu boca, juzga justicia, Y el derecho del pobre y del menesteroso.
Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú las sobrepujaste á todas.
CUANDO fueres á la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oir que para dar el sacrificio de los necios: porque no saben que hacen mal.
No te des priesa con tu boca, ni tu corazón se apresure á proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras.
No sueltes tu boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
Donde los sueños son en multitud, también lo son las vanidades y muchas las palabras; mas tú teme á Dios.
No te apresures en tu espíritu á enojarte: porque la ira en el seno de los necios reposa.
No hagas mal mucho, ni seas insensato: ¿por qué morirás antes de tu tiempo?
Bueno es que tomes esto, y también de estotro no apartes tu mano; porque el que á Dios teme, saldrá con todo.
Tampoco apliques tu corazón á todas las cosas que se hablaren, porque no oigas á tu siervo que dice mal de ti:
Porque tu corazón sabe, como tú también dijiste mal de otros muchas veces.
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