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'De' en la Biblia

También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá.

Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los locos.

Esconde el perezoso su mano en el seno; se cansa de volverla a su boca.

Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién parará delante de la envidia?

El alma saciada desprecia el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.

Aunque majes al loco en un mortero entre granos de trigo a pisón majados, no se quitará de él su locura.

Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y se segarán las hierbas de los montes.

y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas.

El príncipe falto de inteligencia multiplicará los agravios; mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días.

El que camina en integridad, será salvo; mas el de perversos caminos caerá en alguno.

Tener acepción de personas en el juicio, no es bueno; hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos.

Cuando los impíos son muchos, mucha es la prevaricación; mas los justos verán la ruina de ellos.

Abominación es a los justos el hombre inicuo; y abominación es al impío el de rectos caminos.

Palabras de Agur, hijo de Jaqué: La profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.

Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, ni tengo entendimiento de hombre.

¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

para que no me sacie, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.

Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar de la tierra a los pobres, y de entre los hombres a los menesterosos.

El rastro del águila en el aire; el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio del mar; y el rastro del hombre en la doncella.

Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios:

Tres cosas hay de hermoso andar, y la cuarta pasea muy bien:

el lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; y el rey contra el cual ninguno se levanta.

¿Qué, hijo mío? ¿Y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?

No sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos.

Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

El viento va al mediodía, y rodea al norte; va rodeando de continuo, y por sus rodeos vuelve el viento de nuevo hasta completar su ciclo.

Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

Todas las cosas andan en trabajo más de lo que el hombre pueda decir; los ojos nunca se sacian de ver, ni los oídos de oír.

¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

No hay memoria de los primeros, ni tampoco de los postreros habrá memoria en los que serán después.

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