16711 casos

'De' en la Biblia

¿Por dónde va el camino á la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas?

¿Si llevarás tú ambas cosas á sus términos, Y entenderás las sendas de su casa?

¿Sabíaslo tú porque hubieses ya nacido, O porque es grande el número de tus días?

Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?

¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

Las aguas se endurecen á manera de piedra, Y congélase la haz del abismo.

¿Podrás tú impedir las delicias de las Pléyades, O desatarás las ligaduras del Orión?

¿Sacarás tú á su tiempo los signos de los cielos, O guiarás el Arcturo con sus hijos?

¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

¿Alzarás tú á las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas?

¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,

¿CAZARAS tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,

¿Contaste tú los meses de su preñez, Y sabes el tiempo cuando han de parir?

Búrlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero.

Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que está verde.

¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?

¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, Y que la allegará en tu era?

Y olvídase de que los pisará el pie, Y que los quebrará bestia del campo.

Porque le privó Dios de sabiduría, Y no le dió inteligencia.

Luego que se levanta en alto, Búrlase del caballo y de su jinete.

¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?

¿Le intimidarás tú como á alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:

Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas:

Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada.

Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica:

Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;

Antes como que dice entre los clarines: ­Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.

Ella habita y está en la piedra, En la cumbre del peñasco y de la roca.

Desde allí acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos.

A más de eso respondió Jehová á Job y dijo:

Atavíate ahora de majestad y de alteza: Y vístete de honra y de hermosura.

Esparce furores de tu ira: Y mira á todo soberbio, y abátelo.

He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, Y su fortaleza en el ombligo de su vientre.

Su cola mueve como un cedro, Y los nervios de sus genitales son entretejidos.

Sus huesos son fuertes como bronce, Y sus miembros como barras de hierro.

El es la cabeza de los caminos de Dios: El que lo hizo, puede hacer que su cuchillo á él se acerque.

Echaráse debajo de las sombras, En lo oculto de las cañas, y de los lugares húmedos.

¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Partiránlo entre los mercaderes?

¿Cortarás tú con cuchillo su cuero, O con asta de pescadores su cabeza?

Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.

He aquí que la esperanza acerca de él será burlada; Porque aun á su sola vista se desmayarán.

Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién pues podrá estar delante de mí?

Yo no callaré sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.

¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará á él con freno doble?

¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Los órdenes de sus dientes espantan.

La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.

De su boca salen hachas de fuego, Centellas de fuego proceden.

Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama.

En su cerviz mora la fortaleza, Y espárcese el desaliento delante de él.

Las partes momias de su carne están apretadas: Están en él firmes, y no se mueven.

Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.

De su grandeza tienen temor los fuertes, Y á causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

Saeta no le hace huir; Las piedras de honda se le tornan aristas.

Tiene toda arma por hojarascas, Y del blandir de la pica se burla.

Hace hervir como una olla la profunda mar, Y tórnala como una olla de ungüento.

En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que la mar es cana.

Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad á mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto á él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rec

Y vinieron é él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y condoliéronse de él, y consoláronle de todo aquel mal que sobre él había Jehová traído; y cada uno de ellos le dió una

Y llamó el nombre de la una, Jemimah, y el nombre de la segunda, Cesiah, y el nombre de la tercera, Keren-happuch.

Y después de esto vivió Job ciento y cuarenta años, y vió á sus hijos, y á los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.

Por tanto no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos.

Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra.

Salmo de David, cuando huía de adelante de Absalom su hijo. ­OH Jehová, cuánto se han multiplicado mis enemigos! Muchos se levantan contra mí.

Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío: Porque tú heriste á todos mis enemigos en la quijada; Los dientes de los malos quebrantaste.

Al Músico principal: sobre Neginoth: Salmo de David. RESPONDEME cuando clamo, oh Dios de mi justicia: Estando en angustia, tú me hiciste ensanchar: Ten misericordia de mí, y oye mi oración.

Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah.)

Al Músico principal: sobre Nehiloth: Salmo de David. ESCUCHA, oh Jehová, mis palabras; Considera la meditación mía.

Está atento á la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque á ti oraré.

Desbarátalos, oh Dios; Caigan de sus consejos: Por la multitud de sus rebeliones échalos, Porque se rebelaron contra ti.

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