16711 casos

'De' en la Biblia

¿Pleitearía conmigo con grandeza de fuerza? No: antes él la pondría en mí.

Allí el justo razonaría con él: Y escaparía para siempre de mi juez.

El pues acabará lo que ha determinado de mí: Y muchas cosas como estas hay en él.

¿Por qué no fuí yo cortado delante de las tinieblas, Y cubrió con oscuridad mi rostro?

Hacen apartar del camino á los menesterosos: Y todos los pobres de la tierra se esconden.

He aquí, como asnos monteses en el desierto, Salen á su obra madrugando para robar; El desierto es mantenimiento de sus hijos.

De dentro de sus paredes exprimen el aceite, Pisan los lagares, y mueren de sed.

De la ciudad gimen los hombres, Y claman las almas de los heridos de muerte: Mas Dios no puso estorbo.

A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, Y de noche es como ladrón.

En las tinieblas minan las casas, Que de día para sí señalaron; No conocen la luz.

Porque la mañana es á todos ellos como sombra de muerte; Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.

Son instables más que la superficie de las aguas; Su porción es maldita en la tierra; No andarán por el camino de las viñas.

Olvidaráse de ellos el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura; Nunca más habrá de ellos memoria, Y como un árbol serán los impíos quebrantados.

Fueron ensalzados por un poco, mas desaparecen, Y son abatidos como cada cual: serán encerrados, Y cortados como cabezas de espigas.

He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.

¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano?

¿A quién has anunciado palabras, Y cuyo es el espíritu que de ti sale?

Cosas inanimadas son formadas Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.

El restriñe la faz de su trono, Y sobre él extiende su nube.

Nunca tal acontezca que yo os justifique: Hasta morir no quitaré de mí mi integridad.

Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.

Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.

Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo; Y sus pequeños no se hartarán de pan;

Asirán de él terrores como aguas: Torbellino lo arrebatará de noche.

Dios pues descargará sobre él, y no perdonará: Hará él por huir de su mano.

El hierro se saca del polvo, Y de la piedra es fundido el metal.

A las tinieblas puso término, Y examina todo á la perfección, Las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte.

Brota el torrente de junto al morador, Aguas que el pie había olvidado: Sécanse luego, vanse del hombre.

De la tierra nace el pan, Y debajo de ella estará como convertida en fuego.

Lugar hay cuyas piedras son zafiro, Y sus polvos de oro.

Empero ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la prudencia?

No conoce su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes.

No puede ser apreciada con oro de Ophir, Ni con onique precioso, ni con zafiro.

De coral ni de perlas no se hará mención: La sabiduría es mejor que piedras preciosas.

No se igualará con ella esmeralda de Ethiopía; No se podrá apreciar con oro fino.

¿De dónde pues vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?

Porque encubierta está á los ojos de todo viviente, y á toda ave del cielo es oculta.

Dios entiende el camino de ella, Y él conoce su lugar.

Porque él mira hasta los fines de la tierra, Y ve debajo de todo el cielo.

Cuando él hizo ley á la lluvia, Y camino al relámpago de los truenos:

Cuando hacía resplandecer su candela sobre mi cabeza, A la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad;

Como fué en los días de mi mocedad, Cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;

Cuando aún el Omnipotente estaba conmigo, Y mis hijos alrededor de mi;

Cuando lavaba yo mis caminos con manteca, Y la piedra me derramaba ríos de aceite!

La voz de los principales se ocultaba, Y su lengua se pegaba á su paladar:

La bendición del que se iba á perder venía sobre mí; Y al corazón de la viuda daba alegría.

Y quebraba los colmillos del inicuo, Y de sus dientes hacía soltar la presa.

Si me reía con ellos, no lo creían: Y no abatían la luz de mi rostro.

Calificaba yo el camino de ellos, y sentábame en cabecera; Y moraba como rey en el ejército, Como el que consuela llorosos.

MAS ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí; Cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado.

Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, En los cuales había perecido con el tiempo?

Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; Huían á la soledad, á lugar tenebroso, asolado y desierto.

Que cogían malvas entre los arbustos, Y raíces de enebro para calentarse.

Eran echados de entre las gentes, Y todos les daban grita como al ladrón.

Habitaban en las barrancas de los arroyos, En las cavernas de la tierra, y en las rocas.

Bramaban entre las matas, Y se reunían debajo de las espinas.

Hijos de viles, y hombres sin nombre, Más bajos que la misma tierra.

Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.

A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, Y sentaron contra mí las vías de su ruina.

Mi senda desbarataron, Aprovecháronse de mi quebrantamiento, Contra los cuales no hubo ayudador.

Y ahora mi alma está derramada en mí; Días de aflicción me han aprehendido.

Con la grande copia de materia mi vestidura está demudada; Cíñeme como el cuello de mi túnica.

Haste tornado cruel para mí: Con la fortaleza de tu mano me amenazas.

Mis entrañas hierven, y no reposan; Días de aflicción me han sobrecogido.

He venido á ser hermano de los dragones, Y compañero de los buhos.

Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente de las alturas?

Si fué mi corazón engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando á la puerta de mi prójimo:

Porque es maldad é iniquidad, Que han de castigar los jueces.

Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos pleitearan conmigo,

(Porque desde mi mocedad creció conmigo como con padre, Y desde el vientre de mi madre fuí guía de la viuda;)

Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron;

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