16711 casos

'De' en la Biblia

Y mandó el rey que se hiciese así: y dióse la orden en Susán, y colgaron á los diez hijos de Amán.

Y los Judíos que estaban en Susán, se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susán trescientos hombres: mas en la presa no metieron su mano.

En cuanto á los otros Judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y pusiéronse en defensa de su vida, y tuvieron reposo de sus enemigos, y mataron de sus contrarios setenta y cinco mil; mas en la presa no metieron su mano.

En el día trece del mes de Adar fué esto; y reposaron en el día catorce del mismo, é hiciéronlo día de banquete y de alegría.

Mas los Judíos que estaban en Susán se juntaron en el trece y en el catorce del mismo mes; y al quince del mismo reposaron, é hicieron aquel día día de banquete y de regocijo.

Por tanto los Judíos aldeanos que habitan en las villas sin muro, hacen á los catorce del mes de Adar el día de alegría y de banquete, y buen día, y de enviar porciones cada uno á su vecino.

Ordenándoles que celebrasen el día décimocuarto del mes de Adar, y el décimoquinto del mismo, cada un año.

Como días en que los Judíos tuvieron reposo de sus enemigos, y el mes que se les tornó de tristeza en alegría, y de luto en día bueno; que los hiciesen días de banquete y de gozo, y de enviar porciones cada uno á su vecino, y dádivas á los pobres.

Porque Amán hijo de Amadatha, Agageo, enemigo de todos los Judíos, había ideado contra los Judíos para destruirlos, y echó Pur, que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos.

Por esto llamaron á estos días Purim, del nombre Pur. Por todas las palabras pues de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que llegó á su noticia,

Y que estos dos días serían en memoria, y celebrados en todas las naciones, y familias, y provincias, y ciudades. Estos días de Purim no pasarán de entre los Judíos, y la memoria de ellos no cesará de su simiente.

Y la reina Esther hija de Abihail, y Mardochêo Judío, escribieron con toda eficacia, para confirmar esta segunda carta de Purim.

Y envió Mardochêo letras á todos los Judíos, á las ciento veintisiete provincias del rey Assuero, con palabras de paz y de verdad,

Para confirmar estos días de Purim en sus tiempos señalados, según les había constituído Mardochêo Judío y la reina Esther, y como habían ellos tomado sobre sí y sobre su simiente, para conmemorar el fin de los ayunos y de su clamor.

Y el mandamiento de Esther confirmó estas palabras dadas acerca de Purim, y escribióse en el libro.

Y EL rey Assuero impuso tributo sobre la tierra y las islas de la mar.

Y toda la obra de su fortaleza, y de su valor, y la declaración de la grandeza de Mardochêo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de los anales de los reyes de Media y de Persia?

Porque Mardochêo Judío fué segundo después del rey Assuero, y grande entre los Judíos, y acepto á la multitud de sus hermanos, procurando el bien de su pueblo, y hablando paz para toda su simiente.

Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán.

Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?

¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.

Y un día aconteció que sus hijos é hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

Y vino un mensajero á Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

Acometieron los Sabeos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada: solamente escapé yo para traerte las nuevas.

Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los mozos, y los consumió: solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

Y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, é hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Y OTRO día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satán vino también entre ellos pareciendo delante de Jehová.

Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Respondió Satán á Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin caus

Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.

Y tres amigos de Job, Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamathita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos á condolecerse de él, y á consolarle.

Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron á voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

Sea aquel día sombrío, Y Dios no cuide de él desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca.

Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre él nublado, Que lo haga horrible como caliginoso día.

Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los días del año, Ni venga en él número de los meses.

Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana:

Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.

O con los príncipes que poseían el oro, Que henchían sus casas de plata.

Allí los impíos dejan el perturbar, Y allí descansan los de cansadas fuerzas.

¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida á los de ánimo en amargura,

¿Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfección de tus caminos?

Perecen por el aliento de Dios, Y por el espíritu de su furor son consumidos.

El bramido del león, y la voz del león, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos del león son esparcidos.

El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.

En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres,

Y un espíritu pasó por delante de mí, Que hizo se erizara el pelo de mi carne.

Paróse un fantasma delante de mis ojos, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía:

Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento está en el polvo, Y que serán quebrantados de la polilla!

De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.

AHORA pues da voces, si habrá quien te responda; ¿Y á cuál de los santos te volverás?

Sus hijos estarán lejos de la salud, Y en la puerta serán quebrantados, Y no habrá quien los libre.

Su mies comerán los hambrientos, Y sacaránla de entre las espinas, Y los sedientos beberán su hacienda.

Porque la iniquidad no sale del polvo, Ni la molestia brota de la tierra.

De día se topan con tinieblas, Y en mitad del día andan á tientas como de noche:

En el hambre te redimirá de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada.

Asimismo echarás de ver que tu simiente es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra.

Que al tiempo del calor son deshechas, Y en calentándose, desaparecen de su lugar;

Apártanse de la senda de su rumbo, Van menguando y piérdense.

Miraron los caminantes de Temán, Los caminantes de Saba esperaron en ellas:

¿Os he dicho yo: Traedme, Y pagad por mí de vuestra hacienda;

Y libradme de la mano del opresor, Y redimidme del poder de los violentos?

Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el que reprende de vosotros?

¿Pensáis censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

También os arrojáis sobre el huérfano, Y hacéis hoyo delante de vuestro amigo.

Ahora pues, si queréis, mirad en mí, Y ved si miento delante de vosotros.

Como el siervo anhela la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo:

Así poseo yo meses de vanidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba.

Los ojos de los que me ven, no me verán más: Tus ojos sobre mí, y dejaré de ser.

Por tanto yo no reprimiré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y quejaréme con la amargura de mi alma.

Aburríme: no he de vivir yo para siempre; Déjáme, pues que mis días son vanidad.

Pequé, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario á ti, Y que á mí mismo sea pesado?

¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no seré.

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

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