'Al' en la Biblia
Si dijeren: Ven con nosotros, Pongamos asechanzas á la sangre, Acechemos sin motivo al inocente;
Porque sus pies correrán al mal, E irán presurosos á derramar sangre.
Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo á quien quiere.
No envidies al hombre injusto, Ni escojas alguno de sus caminos.
Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y detenido será con las cuerdas de su pecado.
El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
No tienen en poco al ladrón, cuando hurtare Para saciar su alma teniendo hambre:
Y he aquí, una mujer que le sale al encuentro Con atavío de ramera, astuta de corazón,
Vase en pos de ella luego, Como va el buey al degolladero, Y como el loco á las prisiones para ser castigado;
Como el ave que se apresura al lazo, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasó su hígado.
En los altos cabezos, junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables á los que han hallado sabiduría.
El que corrige al escarnecedor, afrenta se acarrea: El que reprende al impío, se atrae mancha.
No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: Corrige al sabio, y te amará.
Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber.
Las sentencias de Salomón. EL hijo sabio alegra al padre; Y el hijo necio es tristeza de su madre.
Hacer abominación es como risa al insensato: Mas el hombre entendido sabe.
Fortaleza es al perfecto el camino de Jehová: Mas espanto es á los que obran maldad.
Con ansiedad será afligido el que fiare al extraño: Mas el que aborreciere las fianzas vivirá confiado.
Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá: Mas bendición será sobre la cabeza del que vende.
El que madruga al bien, buscará favor: Mas el que busca el mal, vendrále.
El bueno alcanzará favor de Jehová: Mas él condenará al hombre de malos pensamientos.
El camino del necio es derecho en su opinión: Mas el que obedece al consejo es sabio.
El necio luego al punto da á conocer su ira: Mas el que disimula la injuria es cuerdo.
Ninguna adversidad acontecerá al justo: Mas los impíos serán llenos de mal.
La justicia guarda al de perfecto camino: Mas la impiedad trastornará al pecador.
Busca el escarnecedor la sabiduría, y no la halla: Mas la sabiduría al hombre entendido es fácil.
Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte.
El pobre es odioso aun á su amigo: Pero muchos son los que aman al rico.
El que oprime al pobre, afrenta á su Hacedor: Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
Abominación es á Jehová el camino del impío: Mas él ama al que sigue justicia.
La reconvención es molesta al que deja el camino: Y el que aborreciere la corrección, morirá.
El escarnecedor no ama al que le reprende; Ni se allega á los sabios.
El hijo sabio alegra al padre: Mas el hombre necio menosprecia á su madre.
La necedad es alegría al falto de entendimiento: Mas el hombre entendido enderezará su proceder.
El camino de la vida es hacia arriba al entendido, Para apartarse del infierno abajo.
Todas las cosas ha hecho Jehová por sí mismo, Y aun al impío para el día malo.
Los labios justos son el contentamiento de los reyes; Y aman al que habla lo recto.
Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee: Mas la erudición de los necios es necedad.
Panal de miel son los dichos suaves. Suavidad al alma y medicina á los huesos.
Hay camino que parece derecho al hombre, Mas su salida son caminos de muerte.
El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha á la lengua detractora.
El que escarnece al pobre, afrenta á su Hacedor: Y el que se alegra en la calamidad, no quedará sin castigo.
No conviene al necio la altilocuencia: Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
El que cubre la prevaricación, busca amistad: Mas el que reitera la palabra, aparta al amigo.
El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos á dos son abominación á Jehová.
El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra: Y el padre del fatuo no se alegrará.
Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir á los príncipes que hacen lo recto.
Tener respeto á la persona del impío, Para hacer caer al justo de su derecho, no es bueno.
El ánimo del hombre soportará su enfermedad: Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?
Muchos rogarán al príncipe: Mas cada uno es amigo del hombre que da.
No conviene al necio el deleite: Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
A Jehová empresta el que da al pobre, Y él le dará su paga.
Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.
Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño; Y tómale prenda al que fía la extraña.
Sabroso es al hombre el pan de mentira; Mas después su boca será llena de cascajo.
La herencia adquirida de priesa al principio, Aun su postrimería no será bendita.
Lazo es al hombre el devorar lo santo, Y andar pesquisando después de los votos.
Misericordia y verdad guardan al rey; Y con clemencia sustenta su trono.
Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
Alegría es al justo hacer juicio; Mas quebrantamiento á los que hacen iniquidad.
Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.
El ojo misericordioso será bendito, Porque dió de su pan al indigente.
Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta.
El que oprime al pobre para aumentarse él, Y que da al rico, ciertamente será pobre.
No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido:
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo.
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente;
Mas al fin como serpiente morderá, Y como basilisco dará dolor:
Al que piensa mal hacer Le llamarán hombre de malos pensamientos.
Si dejares de librar los que son tomados para la muerte, Y los que son llevados al degolladero;
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿No lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma: Si la hallares tendrá recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
Teme á Jehová, hijo mío, y al rey; No te entrometas con los veleidosos:
El que dijere al malo, Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones:
No digas: Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra.
Quita las escorias de la plata, Y saldrá vaso al fundidor.
Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.
No salgas á pleito presto, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya dejado confuso.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel á los que lo envían: Pues al alma de su señor da refrigerio.
El que canta canciones al corazón afligido, Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, ó el que sobre el jabón echa vinagre.
Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, Así conviene al necio la honra.
Nunca respondas al necio en conformidad á su necedad, Para que no seas tú también como él.
Responde al necio según su necedad, Porque no se estime sabio en su opinión.
Como quien liga la piedra en la honda, Así hace el que al necio da honra.
El grande cría todas las cosas; y da la paga al insensato, Y la da á los transgresores.
El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, Es como el que toma al perro por las orejas.
Otro parece en los labios al que aborrece; Mas en su interior pone engaño.
La falsa lengua atormenta al que aborrece: Y la boca lisonjera hace resbaladero.
El alma harta huella el panal de miel; Mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.
El ungüento y el perfume alegran el corazón: Y el amigo al hombre con el cordial consejo.
No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
Quítale su ropa al que fió al extraño; Y al que fió á la extraña, tómale prenda.
Como un agua se parece á otra, Así el corazón del hombre al otro.
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: Y al hombre la boca del que lo alaba.
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